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Zerón, un peldaño más

Los voceros y los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa secuestrados en Iguala están muy molestos con la labor realizada por Tomás Zerón al frente de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR. Curioso. Fue él quien detuvo a los que participaron en el rapto y asesinato de sus hijos: más de 110 están en la cárcel.

Llega a tal punto la politización de los portavoces de los padres y sus representantes legales, que al parecer no están interesados en la verdad, sino que tienen otra finalidad.

¿Cuál? Expresó el vocero de los padres, Melitón Ortega: “tarde o temprano Peña Nieto será llevado a tribunales internacionales”.

No van a aceptar ninguna investigación que no concluya en que Peña Nieto los mandó secuestrar, matar y desaparecer.

Peña puede haber cometido todos los errores que hemos visto o imaginemos, pero no es un asesino.

A los 43 normalistas los secuestraron y los mataron grupos de izquierda de Guerrero ligados a cárteles criminales.

Esa es la verdad que quieren ocultar, culpando a otros.

Ese movimiento está podrido y se nutre de la perversidad de los que quieren sacar partido político, económico y prestigio profesional de esa terrible desgracia.

Se trata de un oportunismo deplorable, por macabro y por avieso.

Tanto el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y los voceros de los padres de los 43 habían solicitado que se apartara a Zerón de las investigaciones del caso Iguala, y el miércoles se les concedió el deseo.

Cuando se supo de la renuncia de Tomás Zerón, la minimizaron por “tardía”.

Y después de que se informó que Zerón era nombrado como secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad, dijeron que era “una afrenta”.

Debieron haber ajustado su demanda a que Zerón fuera incinerado en el Zócalo. Y si lo conseguían también iban a estar insatisfechos.

Si la actuación de Tomás Zerón fue “un montaje” “para obstaculizar la investigación”, como dijo Vidulfo Rosales, abogado de los familiares de los 43 (el mismo que se refirió a ellos como “indios piojosos”), entonces tendrían que salir todos los que fueron apresados a raíz de su investigación.

¿De veras los padres de los 43 quieren que sean liberados los asesinos materiales de sus hijos, a pesar de estar confesos y señalados por testigos?

¿Quieren que sea liberado El Gil? ¿Tiene que salir de la cárcel Sidronio Casarrubias? ¿Hay que soltar a José Luis Abarca y a su esposa, María de los Ángeles Pineda, autores intelectuales?

El trasfondo político del alegato de los voceros y abogados de los familiares de los 43 queda en evidencia al no pedir una investigación en contra de los directivos de la Normal Rural Isidro Burgos, que mandaron a sus hijos a Iguala, a 250 kilómetros de Ayotzinapa, a robar camiones en territorio de Guerreros Unidos.

Al contrario, los voceros de los padres de los 43 exigieron a la PGR –a Zerón– “el cese del acoso” contra José Luis Hernández, entonces director de la Normal de Ayotzinapa.

Esa demanda es tan absurda como si los padres de los niños de la guardería ABC, de Hermosillo, hubieran expresado “apoyo total” a los directivos de la estancia infantil donde ellos confiaron a sus hijos y murieron quemados.

Politizado y podrido por intereses de otra índole está el movimiento de los familiares de los 43 normalistas y sus ideologizados “asesores”.

No les interesa la verdad. Les interesa la hipótesis insostenible, pero útil a su causa: “fue el Estado”. Zerón es sólo un peldaño más para llegar adonde quieren llegar.

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