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Cómo sobrevive la escena musical de Las Vegas a la pandemia

La luna de miel terminó durante su luna de miel.

En febrero de 2020, Ryan Pardey se casó.

El que fuera durante mucho tiempo director de entretenimiento del local musical del centro de la ciudad, The Bunkhouse Saloon, se fue al Lejano Oriente con su nueva esposa para celebrarlo.

El 28 de febrero iban a ver a uno de sus músicos favoritos, el cantautor Kevin Morby, tocar en Tokio.

El espectáculo se canceló a causa del COVID-19.

“Supongo que esa fue mi primera llamada de atención”, recuerda Pardey. “Luego fuimos a Tailandia, y empecé a recibir más llamadas S.O.S. de familiares y amigos diciendo: ‘¿Qué estás haciendo en Asia ahora mismo? Fue realmente en el transcurso de ese periodo de dos semanas cuando me di cuenta de que se estaban desarrollando grandes problemas para mi industria”.

Todo se aceleró cuando Pardey volvió a casa a principios de marzo.

The Bunkhouse suele depender de las presentaciones de los grupos que viajan hacia y desde los grandes festivales de música de primavera, como Coachella y South by Southwest.

Cuando el año pasado se suspendieron esos eventos en las carpas a causa de la pandemia, la agenda del local se vio seriamente afectada.

“Una vez que se cancelaron, todo el castillo de naipes comenzó a derrumbarse”, dice Pardey. “Enseguida tuve cancelaciones que se adentraron al verano. Una vez que vi que las cosas se cancelaban a seis, siete, ocho, nueve meses, supe que tenía que replantearme lo que iba a hacer en 2020”.

Así que Pardey rebotó hacia otra pasión, los bienes raíces, ayudando a la gente a encontrar casas para vivir mientras su futuro con The Bunkhouse estaba en el aire.

No fue el único.

Aunque la pandemia ha afectado a casi todas las industrias del mundo, el negocio de la música ha recibido un golpe especialmente duro. Los conciertos y los festivales se han cancelado en su mayor parte durante los últimos 10 meses, lo que ha afectado a músicos, promotores, propietarios de locales y al personal de apoyo que hace posible los espectáculos, desde ingenieros de sonido hasta tramoyistas y guardias de seguridad.

Sin trabajo desde hace casi un año, numerosos profesionales de la industria musical local se han visto obligados a trasladarse a otras ciudades o a cambiar de profesión para llegar a fin de mes.

“Me siento fatal por nuestro equipo”, comenta Korie Koker, propietaria y gestora del club de rock Count’s Vamp’d con su marido, Danny Koker. “Tengo gente que se va o que intenta hacer otras cosas por trabajo. Eso es lo que pasó con nuestro chico de luces”, continúa. “Se hartó y se mudó a Florida porque allí están haciendo algunos conciertos”.

Para los que intentan navegar por la tormenta, los vientos del cambio se han acelerado hasta convertirse en el tipo de ráfagas feroces capaces de arrancar árboles.

“Estamos probando un montón de cosas diferentes para ver qué funciona, pero ahora mismo, todo el mundo está batallando”, afirma el director de eventos especiales del Condado Clark, Brian Saliba, que también es propietario de Bogus Productions y ha reservado espectáculos a nivel local durante años. “Sólo he hecho seis shows en los últimos 10 meses, y tres de ellos eran espectáculos por streaming. Ni en un millón de años imaginé que estaría diciendo esto, pasando de 300 a 500 espectáculos al año a… ¿dos? Suena tan surrealista decir algo así en voz alta”.

¿Y lo más surrealista? Que actualmente no hay un final claro a la vista.

“Esto es como la madre de todas las pesadillas para la mayoría de los artistas”, dice Michael Clift, productor y estrella del espectáculo Australian Bee Gees en Excalibur, donde interpreta a Barry Gibb. “Fuimos los primeros en cerrar y seremos los últimos en volver”.

Sin espectáculos, no hay ingresos

Cuando su teléfono suena, ahora indica una llamada entrante y una sensación de temor.

El 1º de febrero, Michael Clift debería estar celebrando el décimo aniversario del debut del espectáculo de los Australian Bee Gees en Las Vegas.

Pero, debido a la pandemia, la producción está a oscuras, al igual que la suerte financiera de Clift durante los últimos 10 meses.

“Básicamente, estamos muy endeudados”, confiesa el australiano sobre cómo él y su mujer, Julie, que sigue trabajando, se han visto afectados por su pérdida de ingresos. “Llevas al máximo las tarjetas de crédito; no puedes pagar las cuentas, así que las pospones. Te levantas todas las mañanas y te llegan llamadas del 1-800. Ya no sabes qué contestar”.

Clift tenía presentaciones reservadas en todo el mundo en 2020, desde aquí hasta Brasil o Alemania, muchas de las cuales aún no se han reprogramado.

“Todas las giras en Estados Unidos se han retrasado hasta finales de año, así que hemos perdido las del año pasado y ahora prácticamente las de este año”, señala. “La gente dice ‘pospuesto’, ‘aplazado’, eso significa que no recibirás esos ingresos, es como posponer tu salario. ‘Vamos a aplazar tu salario para el año que viene, pero no te preocupes, recibirás tu salario en mayo de 2o22’”.

El artista y productor de hip-hop, Jay Dubbler, estaba a punto de invertir miles de dólares en el rodaje de un video musical y tenía preparados grandes shows con Mac Lethal y Kool Keith cuando la pandemia lo echó todo por tierra.

“Ya teníamos las entradas en la mano”, dice Dubbler, que también perdió su trabajo como técnico en el juzgado del Condado Clark cuando cerró, y abrió una tienda de fumadores y aperitivos para generar ingresos. “Fue como: ‘El espectáculo se pospuso, se ha vuelto a posponer’. Hace como seis meses que no sé nada del promotor”.

Los rockeros The Roxy Gunn Project tenían cinco giras programadas para 2020, todas ellas desechadas. La banda no tiene ni idea de cuándo podrá volver a salir a la carretera.

“Una de las cosas más difíciles es la incertidumbre”, dice Roxy Gunn. “Intentar planificar algo es imposible. Tratar de tomar cualquier decisión importante en la vida está en un segundo plano porque simplemente no sabes lo que va a pasar”.

Para Clift, la única opción es intentar seguir adelante.

Tiene reservada una gira por Australia para abril, aunque conlleva un riesgo considerable.

Para empezar, los boletos de avión son bastante más caros, ya que hay menos vuelos al continente, lo que hace que los precios se alcen. Una vez allí, él y su equipo tendrán que pasar la cuarentena en un hotel durante dos semanas con su propio dinero, lo que Clift calcula que costará tres mil dólares. Además, los recintos en los que actúen estarán limitados al 50 por ciento de su capacidad.

“Tenemos que reestructurar la economía de las giras”, reconoce Clift, que ha podido arreglárselas con la organización benéfica local HopeLink of Southern Nevada, que le ayuda a pagar su hipoteca. “Realmente, esta próxima gira australiana, será un milagro si salimos indemnes de ella, pero en cierto modo tienes que hacerlo”.

“Hay que intentar volver a la normalidad y asumir esos riesgos”, continúa. “La alternativa es mucho peor”.

¿Un gran rebote?

Era un trabajo de ensueño consumido por un escenario de pesadilla.

Patrick “Pulsar” Trout lleva contratando espectáculos locales desde que era un niño, comenzando con conciertos para todas las edades en el ahora cerrado café Rock N’ Java, seguido de un exitoso periodo como promotor independiente antes de conseguir un trabajo el pasado octubre como comprador de talentos para el House of Blues (HOB).

Cuando el COVID causó estragos en la industria de los conciertos, Trout trabajó durante un tiempo en un almacén antes de que Live Nation, la empresa matriz de House of Blues, le despidiera el mes pasado.

Espera volver a HOB cuando termine la pandemia, pero expresa su preocupación por el impacto que el prolongado cierre podría tener en todos los promotores que trabajan por su cuenta.

“Si no hubiera estado trabajando para Live Nation en marzo, cuando todo esto ocurrió, si hubiera sido un promotor independiente, no estoy seguro al cien por cien de si podría seguir haciendo esto”, dice Trout. “En ese momento, es una conversación muy diferente, ya no es: ‘Sé que mi asistencia sanitaria está cubierta durante los próximos meses; sé que tengo el paro’. Es lo que la mayoría de la gente, por desgracia, ha estado tratando, que es básicamente, ‘estoy empezando desde cero’”.

Y no sólo los promotores tienen un futuro incierto, sino también las salas que reservan.

“Hemos visto cómo muchos de los locales en los que se suponía que íbamos a tocar o en los que habíamos tocado cerraban debido a la pandemia”, dice Gunn. “Eso ha sido una especie de golpe en las tripas”.

Pardey afirma que será necesaria una inyección de dinero para que los locales más modestos puedan sobrevivir.

“Tendrá que haber una gran inversión financiera en esta industria”, afirma. “La pequeña cantidad que el gobierno ha empezado a destinar a nuestra industria es irrisoria. No va a ayudar a ponerlo en pie”, continúa. “Creo que los locales más pequeños, como The Bunkhouse, van a ser los que más difícilmente se van a recuperar”.

Aun así, hay indicios de que el sector está volviendo a la vida. Patrick dice que Otherwise ha reservado una serie de espectáculos de cinco fechas en el Medio Oeste para abril.

“Vamos a hacer una gira de una semana, que es muy, muy emocionante”, dice. “No es nada que hubiéramos esperado en general, pero es algo. Hay un pequeño rayo de luz”.

Saliba tiene varias fechas reservadas para espectáculos más adelante en el año, en caso de que la pandemia remita.

“Si el mercado se mantiene, tenemos cinco o seis citas en septiembre, octubre y noviembre”, señala.

En cuestión de meses, pues, la cosa podría ir bien.

Ahora, sólo hay que llegar a ello.

“Sinceramente, creo que si todo vuelve a abrirse y la vacuna tiene éxito, probablemente vamos a ver el cuarto trimestre más lucrativo que hayamos visto en nuestra carrera”, predice Saliba. “Y no soy sólo yo, no son sólo los locales con los que trabajo. Por lo que escucho de mis colegas del sector, es así en casi todas las ciudades”, añade. “Todo el mundo está planificando un gran, gran cuarto trimestre”.

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