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El reto de ser mujer, madre y trabajadora

Ser madre no es un título que se adquiere estudiando en la universidad, es un reconocimiento que se logra con la energía de amar, guiar, cuidar, acompañar y proteger con devoción a los hijos. Por eso, creo que todas las mujeres nos sentimos realizadas cuando llegan los hijos a nuestras vidas, aunque muchas veces nos ‘pillan’ en plena faena profesional.

Hace unos años, sin saber muy bien cómo ni de qué manera, comencé una aventura que consistía en transformar el yo, por el nosotros. El comienzo fue dulce y amargo a la vez, porque a la experiencia de acoplarse, se unía la ilusión de emprender el camino y tripular la nave. Después con el embarazo y el nacimiento de mi hijo, me enfrenté con los modelos cercanos que más calaron en mi vida a lo largo de mi desarrollo. Durante esta etapa, conviví con ideas que no me pertenecían y con otras con las que no estaba de acuerdo, mientras transitaba muchas veces por un camino de angustias e inquietudes.

Estaba tratando de articular mi nuevo rol de madre, al que debía acceder desde mi experiencia como mujer. Aunque, estos roles, en principio, no deberían ser ni antagónicos, ni complementarios, por la herencia cultural y los procesos familiares vividos no resulta tan fácil como se supone. En la actualidad, existen otros centros de interés más allá de la maternidad como el trabajo y el desarrollo de una carrera profesional, los estudios o los hobbies, y las mujeres estamos comenzando a advertir que, si bien la maternidad deseada puede hacernos felices, esto no es siempre así ni para todas igual.

Por este motivo, estos roles entran en conflicto y actualmente asistimos a un cambio de modelo de madre y mujer, que cuenta con el desafío añadido de encontrar nuestra propia manera de ser.

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