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Regresó el Circo Hermanos Caballero

Después de la contingencia ocasionada por la pandemia de coronavirus (COVID-19), finalmente arrancó la temporada del Circo Hermanos Caballero en Las Vegas.

Una aventura en familia. Eso es lo que se pudo disfrutar en las funciones del circo, en donde tres generaciones, más de 65 años de familia circense, regresaron con más fuerza para realizar sus espectaculares presentaciones y llenar de sonrisas la majestuosa carpa, instalada en el estacionamiento del centro comercial The Boulevard.

Después de aproximadamente un año y tres meses de encierro por la pandemia, el público esperaba con ansias uno de los primeros shows familiares para niños y grandes.

“Todo nuestro equipo se preparó para ofrecer un gran show, con nuevos números y actos; para mayor entretenimiento de la gente, para que pudieran disfrutar desde los más pequeños hasta los mayores”, indicó en entrevista exclusiva con El Tiempo, el patriarca de la familia, el señor Rubén Caballero.

El evento que dio inicio cerca de las 8:30 de la noche en pasados días, entregó poco más de dos horas y media de diversión. La velada comenzó con un show musical de apertura, con hermosas bailarinas vestidas de blanco y plumas muy al estilo de Las Vegas. Seguido por la presentación del travieso payasito Tuti Frutti (un payasito chileno) que no paró de hacer reír al público y, también, hacer “de las suyas” con los presentes.

Pero no todo en la noche fue de sonrisas; hubo momentos en donde varios actos mantuvieron a los presentes con los nervios de punta y amarrados a sus asientos. Por ejemplo, durante el acto de un acróbata que camina arriba de una plataforma rodante, mientras se desplaza -balanceándose- en el aire para no caer. La adrenalina sube y, con el acto en las alturas, los nervios se incrementan.

Sin embargo, uno de los actos más aplaudidos por el respetable fue el del “Globo de la Muerte”, donde tres arriesgados jóvenes motociclistas (de tan solo 12, 15 y 16 años) dan vueltas dentro de una esfera metálica a más de 70 millas por hora. Este acto requiere de gran concentración y destreza con las motos, dado que un descuido puede generar una tragedia mortal; afortunadamente, los jóvenes pudieron realizar su show con gran majestuosidad y sin percance alguno.

Y para cerrar con “broche de oro” el grupo de “Flying Caballero” conformado por dos jóvenes y un niño de tan solo ocho años, subieron al trapecio para hacer su show con gran concentración, realizando sus saltos mortales. Haciendo acrobacias y equilibrio, estos jóvenes -siendo la quinta generación de los trapecistas de la familia Caballero- demostraron tener no solo agallas, sino que el talento que heredaron continuará por muchas generaciones más.

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