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Agua, recurso finito del que carecen millones en el mundo

Beber a diario de dos litros de agua es la receta más conocida para que una persona se mantenga hidratada, pero si a esa cantidad se suma la necesaria para el aseo o el procesamiento de productos el consumo medio llega a 50 litros, cantidad a la que millones no tienen acceso en el mundo.

En zonas urbanas de países desarrollados, la demanda diaria de un habitante llega a multiplicarse por tres, y paradójicamente América Latina, ubicada por el Banco Mundial (BM) como la región con mayores reservas de agua dulce -31 por ciento de las fuentes disponibles a nivel global- presenta la mayor variación en cobertura.

Datos de la Organización de las Naciones Unidas señalan entre sus desafíos en materia de agua que dos mil 100 millones de personas carecían a 2017 de acceso a servicios de agua potable gestionados de manera segura, mientras que el BM indicó que son al menos 663 millones de personas sin acceso a fuentes de agua potable mejoradas.

El constante crecimiento poblacional, el costo económico y la presión de la demanda sobre un recurso finito, son precisamente las condiciones que dificultan cumplir con uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS):

El agua, como un derecho para el desarrollo del ser humano, junto con los sistemas de saneamiento, “para reducir la carga mundial de enfermedades y para mejorar la salud, la educación y la productividad económica de las poblaciones”.

Garantizar el derecho al agua potable -servicio de abasto gestionado de manera segura- implica para cada Estado obligado cumplir con tres características: accesibilidad, disponibilidad y calidad.

Que sea accesible, señalan los ODS, implica que llegue mediante conexiones a la vivienda o represente un desplazamiento razonable para obtenerla; mientras que la disponibilidad se considera cumplida cuando se cuenta con ella al menos 12 horas diarias, y la calidad significa que cumple con normas fijadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Sobre la primera característica, datos de la última actualización publicada por OMS-UNICEF (2017) señalan que dos mil 100 millones de personas carecen de agua potable, aunque 71 por ciento de la población mundial contó con servicios gestionados de manera segura, y la accesibilidad crecía a un ritmo de 0.78 puntos porcentuales al año.

En materia de calidad, advierte la dificultad para que cada país cuente con normas armonizadas con los estándares de la OMS, aunque señala prioridad en monitoreos de materia fecal, arsénico y fluoruro, aunque aclara que las estimaciones de calidad solo están disponibles para 45 por ciento de la población mundial, y hay bajo cumplimiento en muchos países en desarrollo.

Adicional a estas características, cada Estado debe asegurar que los servicios sean asequibles, de manera que su pago no sea obstáculo para el acceso. La recomendación de la OMS es que el costo del agua necesaria para la satisfacción de las necesidades básicas no sobrepase el 3.0 por ciento de los gastos familiares.

No obstante, organismos internacionales estiman que el gasto por hogar por agua, saneamiento e higiene, como proporción del gasto total, oscila entre 2.0 y 6.0 por ciento.

En 2008 un estudio destacaba la enorme diferencia en costos por el uso del agua, según los países: para un negocio en Alemania 1.91 euros por metro cúbico; en Francia 1.27 y en Estados Unidos el equivalente a 47 céntimos de euro.

Para 2011 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos comparaba el precio de 0.49 dólares por litro en México, contra 6.40 dólares por la misma cantidad en Dinamarca.

Más allá del valor económico del recurso, el principal llamado es a tomar conciencia del agua como recurso finito. Hasta 2015 el PNUMA estimaba reservas mundiales por mil 400 millones de metros cúbicos, pero también advertía que el cambio climático complica cada vez más su recuperación por lluvia.

Desde diciembre de 1992 la Asamblea General de la ONU fijó el 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, no como fecha festiva, sino como un día para llamar a la conciencia colectiva para su preservación y el riesgo que representa la creciente demanda del recurso fundamental para la vida y el desarrollo socioeconómico.

En la efeméride de 2018 comenzó además el Decenio Internacional para Acción Agua para el Desarrollo Sostenible, que concluirá en 2028, una década en la que se busca acelerar los esfuerzos para superar los desafíos: agua potable y saneamiento reducido, elevada presión sobre recursos hídricos y ecosistemas, y el exacerbado riesgo de sequías e inundaciones.

Un primer paso a nivel individual es calcular la huella hídrica que se deja en el planeta. Es decir, el consumo de agua que representa atender las necesidades básicas, hidratarse, al practicar el aseo personal y del hogar, por el consumo de alimentos.

Sólo basta introducir algunos datos en alguna de las plataformas disponibles, como: www.watercalculator.org o www.huelladeciudades.com

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