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Cientos asistieron al velorio de los adolescentes de Las Vegas asesinados en California

Actualizado April 12, 2018 - 9:36 pm

Uno por uno, amigos y familiares de los tres adolescentes de Las Vegas que murieron en un accidente la madrugada del jueves en el sur de California se acercaron al micrófono.

Llamar a un amigo, llamar a un taxi, tomar el bus, usar una aplicación de transporte público; no hacen nada más que evitar ponerse al volante de un conductor de automóvil en estado de ebriedad, describieron.

Cientos se reunieron el viernes por la noche en el Parque Knickerbocker en el noroeste de Las Vegas para recordar a Dylan Mack, A.J. Rossi y Brooke Hawley, los tres estudiantes de la Escuela Centennial High asesinados cuando un sospechoso conductor ebrio les chocó por detrás con el Toyota rojo.

“Dylan no murió en vano, A.J. no murió en vano y Brooke tampoco, porque habrá justicia para ellos”, declaró Renee Mack, la madre de Dylan.

El accidente mortal ocurrió poco antes de la 1:10 a.m. del jueves en la autopista de la costa del Pacífico en Huntington Beach, California. La policía informó que Bani Duarte, de San Clemente, California; chocó por detrás con el Toyota mientras estaba parado en un semáforo, matando a tres de los cuatro estudiantes en el auto. El impacto empujó al Toyota a través de la intersección, causando que corriera a una acera y chocara contra un poste, reportó la policía.

Solo Alexis Vargas sobrevivió al accidente. Asistió a la vigilia, pero su familia comentó que estaba demasiado conmocionado para hablar de su experiencia.

Duarte, de 27 años, fue arrestado y acusado de homicidio vehicular mientras estaba intoxicado y por haber causado lesiones graves mientras conducía bajo la influencia del alcohol.

En el parque el viernes, varias personas se pararon frente a la multitud de compañeros de clase, amigos y familiares y compartieron sus recuerdos y alentaron a otros a evitar la conducción en estado de ebriedad.

La hermana de A.J., Allie Rossi, relató que había ayudado a criarlo desde que era un niño después de que su madre murió a una temprana edad.

Los estudiantes de Centennial estaban visitando el sur de California para las vacaciones de primavera, destacó ella. Estuvieron a solo unos meses de graduarse.

“Merecían caminar por ese escenario en 2.5 meses”, agregó Allie Rossi a la multitud.

Amigos recordaron al joven de 17 años por su gran sonrisa, una sonrisa que le valió el elogio de “la mejor sonrisa” de sus compañeros de clase. Esos dientes grandes y blancos, las encías y el lunar en el labio superior, recordó su amigo Brennan Mecke. Mecke era uno de los varios que usaban camisetas con fotos de uno o más de los tres asesinados.

“Ese niño siempre sonrió, y es la cosa más triste verlo partir”, mencionó Mecke.

A.J. quería unirse a la Infantería de Marina como su padre, Albert Rossi, pero su padre no se lo permitió. Estaba presionando a su hijo para que continuara su educación y seguir una carrera. Si su familia se queda en su casa actual, planean dejar la habitación de A.J. intacta.

“Nunca pensé que le ganaría en tiempo de vida a mi hijo”, detalló Albert Rossi.

Brooke se sentía cómoda consigo misma a pesar de lo que otros pensaban o decían de ella, dijo su compañero de equipo de fútbol, Addison Riddle. Ella siempre fue el alma de la fiesta.

Ella haría las paces con los jugadores rivales en el campo y luego volvería con sus compañeros y hablaría mal de ellos, señaló Riddle.

Solía llegar tarde a la práctica y los juegos, recordó Riddle. Pero nunca hubo ninguna duda de que respaldaba a sus compañeros de equipo.

“Dios, ella era un gran dolor en el trasero”, agregó riendo a través de las lágrimas.

Se suponía que Brooke iría al baile de graduación, a la graduación de la escuela secundaria y a la universidad, declaró Mecke. Lo mismo con A.J. y Dylan, agregó.

“Ni siquiera llegaron a experimentar la vida”, mencionó Mecke.

“Ni siquiera un poco”, dijo Allie Rossi, sosteniendo e inclinándose hacia Mecke.

Dylan quería ser bombero, informó su mejor amigo, Tyler McAdams. Hizo reír a todos y no tuvo miedo de decir algo “tonto” para hacerlo.

“Si estuvieran con Dylan, se estarían riendo”, afirmó McAdams.

Él era un niño de principio a fin.

En su cumpleaños número 18, Dylan se sentó en su cuarto de lavado y lloró porque dijo que no estaba listo para crecer, acorde a McAdams.

Dylan le enseñó a Tyler cómo soltarse y pasó más tiempo en su casa que en la de él mismo. Los dos eran prácticamente hermanos.

Los seres queridos tenían velas sobre sus cabezas y lanzaban globos de cantoya. Flotaron hacia el cielo en dirección a la Montaña Lone cuando el sol desapareció detrás de las montañas Spring al oeste.

McAdams, al igual que otros que amaron y se preocuparon por Brooke, Dylan y A.J., ofrecieron viajes a casa a aquellos que consideraban conducir bajo la influencia del alcohol.

“No puedo permitirme perder otro amigo”, concluyó McAdams.

Contacte a Mike Shoro al mshoro@reviewjournal.com o al 702-387-5290. Siga a @mike_shoro en Twitter.

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