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Familia de víctima de accidente exige justicia – y seguridad – de los conductores ebrios

Nimfa Escobia estaba en el asiento del pasajero del Toyota Pathfinder 2013 de la familia cuando su esposo, Marcial, salió de la entrada de su casa de Las Vegas y partió hacia la misa dominical en una iglesia de California. Como era su costumbre cuando viajaba, Nimfa estaba agarrando su rosario y rezando por un viaje seguro cuando su mundo explotó.

Lo siguiente que recuerda es estar rodeada de gente.

“Me desperté y mucha gente me decía: ‘Sigue hablando’, ahí me di cuenta: ‘¡Oh, Dios mío, estamos en un accidente! ¡Entonces lo toco, despierta, despierta! Y él no se movía’”.

La policía reportó que Marcial Escobia, de 65 años, murió la mañana del 27 de octubre, cuando un conductor ebrio se pasó un semáforo en Tropicana Avenue y Rainbow Boulevard en Las Vegas y chocó contra el auto de los Escobias y otros cinco vehículos a alta velocidad.

La familia de Marcial Escobia dijo que el accidente le quitó la vida a un hombre profundamente religioso que vivió para servir a los demás.

Como cirujano en su Filipinas natal, trabajó largos días en un hospital y luego abría su casa después de horas para atender a los que no podían pagar el tratamiento. Llegó a Estados Unidos en 1994 con una visa de trabajo y construyó una vida exitosa para su familia trabajando como enfermero registrado en el Valle de Las Vegas. Su familia señala que era enfermero porque su objetivo era ayudar a los demás.

Él amaba a Dios

“Él amaba a Dios, y quería inculcar esa creencia en nosotros desde que éramos muy pequeños”, apuntó la hija de Escobia, Misha Escobia.

Ir a la iglesia era importante para Escobia y su esposa. En la mañana del choque, iban en su habitual viaje de una hora el domingo a la Misión de Santa Teresita en Tecopa, California.

“Él sirvió allí, y era más bien como una devolución de favores”, detalló su hijo, Nimar Escobia, de 35 años. “Muy bonito. Parece la tierra de Jesús, así que viajaba millas para servir a los demás”.

Nimfa Escobia dijo que la mañana del accidente se ofreció a conducir, pero su marido le dijo que él lo haría.

“Él dijo: ‘Estoy bien’, así que le dije: ‘Concéntrate en conducir y yo estaré rezando’”, relató Nimfa Escobia.

El fiscal de distrito del Condado de Clark, Steven Wolfson, mencionó que la persona acusada de causar el accidente, Kevin Raspperry, de 35 años de edad, de Henderson, era un conductor ebrio que había sido condenado dos veces antes por conducir en ese estado. Las autoridades alegan que en el momento del accidente, Raspperry contenía un nivel de alcohol en la sangre de 0.20 por ciento, casi dos veces y medio más del límite legal. También sostienen que Raspperry contenía metanfetamina, éxtasis y marihuana en su sistema.

Wolfson añadió que Raspperry estaba conduciendo su vehículo a 85 mph sobre Tropicana cuando chocó con el vehículo de los Escobias, matando a Marcial Escobia e hiriendo gravemente a su esposa.

“Cinco costillas fracturadas, me duele todo el lado izquierdo”, expuso Nimfa Escobia esta semana. “Apenas puedo caminar, me está doliendo. No sé por qué mató a mi marido”, sollozó. “Se llevó a la persona más importante de mi vida. ¿Por qué lo hizo?”

La oficina de Wolfson autorizó el miércoles el cargo de asesinato en segundo grado contra Raspperry. Wolfson destacó que la imprudencia de las acciones del automovilista justifica la acusación. Los abogados de la defensa aseveran que acusar a un sospechoso de conducir ebrio de asesinato no se sostendrá en la corte porque un estatuto ya existente dicta que el cargo que se aplica es conducir bajo la influencia de sustancias que resulta en muerte. El abogado de Raspperry, Craig Mueller, enfatizó que cree que el cargo de asesinato será finalmente desestimado.

En busca de justicia y seguridad

La familia Escobia está afligida. Mencionaron que están luchando para salir adelante todos los días, y que quieren que algo bueno nazca de su devastadora pérdida. Ellos esperan que los residentes del valle hagan todo lo posible para combatir la conducción bajo la influencia de sustancias.

“Taxi, Uber, amigos sobrios”, agregó Jordan Basa-Franco, de 36 años, esposo de Misha Escobia. “Es tan fácil agarrar un teléfono, o si un mesero ve a alguien intoxicado, pidan que los asista. No dejen que se vayan así”.

Misha Escobia incluyó que la comunidad necesita unirse para detener la conducción bajo los efectos del alcohol.

“Como comunidad debemos hacer frente a esto”, señaló. “Está fuera de control”.

El hijo de Marcial Escobia estuvo de acuerdo.

“Mi padre pasó el 80 por ciento de su vida sirviendo a otros”, concluyó Nimar Escobia. “Es hora de que el tipo que mató a mi padre reciba el castigo adecuado de nuestro sistema de justicia”.

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