57°F
weather icon Mostly Clear

Fundación de Nevada se esfuerza por hacer que el Camp Cartwheel virtual sea divertido para niños

Todas las mañanas en Camp Cartwheel comienzan con canciones y bailes de campamento, que recuerdan a los niños que son los mejores del mundo. Pero este año, en lugar de bailar junto a los árboles de Spring Mountains, los campistas bailaron junto a las pantallas de sus computadoras y tabletas.

Camp Cartwheel, el campamento de cuatro días de la Nevada Childhood Cancer Foundation (NVCCF) para niños diagnosticados con enfermedades crónicas o críticas y sus hermanos, tuvo que ser virtual por segundo año consecutivo.

La incertidumbre que rodea a la pandemia y al despliegue de la vacuna llevó a un comité de voluntarios a dejar el campamento en su mayor parte virtual, comentó Andrea Rápanos, directora de programas y servicios para pacientes de la NVCCF.

“¿Es lo ideal o lo que queríamos en última instancia? No, y esa parte apesta realmente”, dijo Rapanos. “Pero es lo que es y debemos priorizar la salud de nuestros clientes por encima de todo. Queremos asegurarnos de que todo el mundo esté a salvo y la única forma que vemos de hacerlo es, por un año más, mantener la virtualidad”.

El campamento, que suele celebrarse anualmente en el Rancho Torino, en Lovell Canyon, reúne a unos 210 niños durante una semana de campamento con supervisión médica y sin costo alguno para las familias. La fundación recauda anualmente el costo por niño de 250 dólares para que los niños se diviertan en un campamento acogedor y con otras personas que entienden su vida.

Los niños de cinco a nueve años entran y salen en autobús diariamente, mientras que los de 10 a 17 años pueden pasar la noche en cabañas.

Es especial para las familias con niños que no pueden tener esas experiencias de campamento de verano, comentó Melody Millett, residente de Las Vegas, cuyo hijo de 10 años, Dorian, es un superviviente de leucemia.

“Cuando tu hijo tiene cáncer, se pierde las clases de natación y todas las cosas normales de los niños, porque está en el hospital recibiendo infusiones y luchando por su vida”, detalló Millett. “Mis hijos esperan el Camp Cartwheel todo el año porque se sienten como una estrella. Un autobús de lujo los recoge y les da un pequeño paseo de compras en una tienda de allí. Todo gira en torno a ellos y a la magia”.

La pandemia cambió esas actividades tradicionales. El año pasado, los responsables del campamento se pasaron al formato virtual un mes antes de su inicio, algo que pudieron manejar porque el incendio Carpenter 1 se produjo cerca del rancho una semana antes del campamento en 2013, lo que les obligó a buscar una nueva sede.

Este año, los líderes del campamento aún esperaban mantener la normalidad en todos los demás aspectos. Las festividades comenzaron el 20 de julio, cuando las familias pudieron recoger una “swag bag” llena de regalos para la semana. Cada día comenzaba con videos de canciones del campamento y consistía en actividades transmitidas en vivo, como demostraciones de cocina y manualidades. Los voluntarios animaron a los campistas a conocer a sus “compañeros de cabaña” a través de juegos realizados por Zoom.

La semana culminó con una carne asada presencial el sábado en la sede de la fundación sin fin de lucro, donde los campistas pudieron verse, firmar sus anuarios del campamento y jugar juntos.

La mayoría de las familias se sintieron decepcionadas por no poder visitar el rancho, pero agradecieron el enfoque híbrido de este año, comentó Rápanos. Millett dijo que sus hijos, de entre cuatro y 13 años, se alegraron de tener cualquier forma de programación. Se dieron cuenta de que la pandemia hizo que mucha de la planificación fuera fluida.

“Así es el estilo de vida del cáncer para nosotros también”, señaló Millett. “Hay tantas cosas que no puedes planificar, así que tener estos sistemas de apoyo sólidos para seguir teniendo una comunidad es muy importante para nuestros niños que han luchado contra el cáncer, y que siguen luchando, para que no haya ese aislamiento”.

Candy Viska, residente de Las Vegas, dijo que estaba agradecida de que el campamento continuara ambos años. Sus cuatro hijos han asistido al campamento desde que a su hija le diagnosticaron artritis reumatoide juvenil sistémica. Era importante mantener el sentido de comunidad, mencionó.

“Realmente te hacen sentir como una familia, aunque puedas pasar un año entero sin ver a ninguna de estas personas”, dijo Viska. “En cuanto vas al campamento, te acuerdas de todos”.

No te pierdas las noticias más relevantes. Síguenos en Facebook.
LO ÚLTIMO