74°F
weather icon Clear

Ganan 50 reclusos de Nevada la oportunidad de compartir “Navidad” en familia

Su sala olía exactamente como debía ser la mañana de Navidad.

Un abeto adornado con guirnaldas y luces iluminaban sobre el recluso, Jerod Beck, y su hija de 5 años, Savanna, mientras se acurrucaban en un sofá la noche del jueves, con regalos debajo del árbol esperando ser desenvueltos.

La acogedora sala era solo una de los 50 montajes que se alzaron el jueves por la noche en The Crossing Church, al sudoeste del Valle de Las Vegas, donde 50 reclusos sorprendieron a sus hijos con una experiencia navideña.

La sorpresa de las 50 Navidades, completa con una cena preparada, regalos y un árbol recién cortado, fue un esfuerzo conjunto de un mes de duración por parte de Hope for Prisoners, del Departamento de Correcciones de Nevada y 90.5 FM SOS Radio.

Cuando el sol se puso detrás de las montañas el jueves, Beck se metió en un autobús con un grupo de reclusos afuera de la Casa Grande de Transición. Estaba vestido con su mejor traje de domingo: pantalones de vestir negros, una camisa abotonada verde azulado y una corbata a juego.

Durante el viaje en autobús de 10 minutos de Casa Grande a la iglesia, los prisioneros bailaron y cantaron junto a la radio. Pero Beck, sentado en la parte delantera del autobús, estaba casi en silencio mientras observaba a sus compañeros de prisión.

“Estoy absolutamente nervioso”, expresó, moviéndose en su asiento. No había visto a Savanna desde abril, y este año era su tercera Navidad mientras estaba encarcelado.

Explicó que Savanna tenía apenas 3 años de edad cuando fue sentenciado de tres a ocho años por un cargo de narcóticos, marcando su tercer período en prisión.

En su pequeña sala de estar improvisada dentro de la iglesia, Beck paseaba de un lado a otro antes de tumbarse en el sofá, con las piernas rebotando de nervios. Fue poco después de las 4 de la tarde, y Savanna y su esposa durante casi 10 años, Kellie Beck, estarían allí en cualquier momento.

Entonces sus ojos verdes se agrandaron.

“Ahí está ella”, susurró.

Savanna, vestida con un vestido de fiesta de terciopelo rojo, corrió hacia su padre y, mientras la levantaba en brazos, Beck le habló al oído.

“Ven aquí, pequeña niña, papá te quiere”, le dijo, llorando. “Te has vuelto tan grande, eres una chica tan hermosa”.

Mientras tanto, en la sala de estar junto a Beck, Yesenia LaRue vio a Jacob, su hijo de 11 años, abrir sus regalos.

LaRue ha estado encarcelada por un cargo de tráfico desde abril de 2015. Llegado el 25 de diciembre, habrá perdido cuatro Navidades con su único hijo.

“Ha sido duro para él”, señaló, colocando su mano sobre el hombro de su hijo. “Las dos primeras festividades fueron muy difíciles para él porque no pudo comprender el porqué me había ido”

Pero ella mencionó que poder pasar unas horas con su hijo ha marcado la diferencia.

“Es increíble”, indicó ella. “Esto es mejor que nunca, no tener que preocuparme por meterme en problemas, sino también por tener la libertad de tener este momento especial con mi familia que de otra manera no habría tenido”.

Jon Ponder, fundador y CEO de Hope for Prisoners, compartió esos sentimientos. Fue la fuerza de impulso detrás de este evento.

Ahora en su cuarto año, la sorpresa navideña fue la más grande hasta ahora, detalló Ponder, quien es un ex recluso.

Mientras estaba sentado en una zona de asientos elevada con vista al salón de la iglesia, Ponder admiró el producto final del arduo trabajo de su equipo.

“Mi esperanza es que este tipo de ambiente cree un vínculo tan emocional con ellos que, cuando sean liberados, vivirán para este momento en el sofá con su familia”, argumentó. “Quiero que busquen este momento y entiendan cuán importante es la familia, para que vivan a la luz de eso y no vuelvan a ofender”.

LO ÚLTIMO