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Médico que trató un caso de coagulación por vacunas lanzó la advertencia, pero fue ignorado

El equipo médico que atendió a una mujer de 18 años del Condado Clark por unos raros coágulos de sangre en el cerebro sospechó a las pocas horas de su ingreso en un hospital de Henderson que podría estar experimentando una reacción a la vacuna contra COVID-19 de Johnson & Johnson.

Una semana más tarde, los reguladores federales contactados por el hospital pidieron que se suspendiera el uso de la vacuna, según un médico que atendió a la adolescente en las primeras fases de su enfermedad.

Los médicos de St. Rose Dominican, campus Siena, descubrieron que no solo tenía un coágulo inusual para una persona sana de su edad, sino que los resultados del laboratorio mostraban un nivel bajo de plaquetas y otros signos de un raro trastorno que había afectado a un pequeño número de personas que recibieron una vacuna diferente desarrollada por AstraZeneca, que utiliza una tecnología similar.

“No se trata solo de un coágulo en el cerebro. Está ocurriendo algo más”, comentó el doctor Brian Lipman, especialista en enfermedades infecciosas de Henderson, recordando las primeras ideas del equipo médico que se reunió para tratar a la adolescente, Emma Burkey.

Burkey fue ingresada en St. Rose Dominican, campus Siena, y su caso fue uno de los seis que llevaron a los reguladores federales a sugerir el 13 de abril la suspensión del uso de la vacuna J&J.

Después de ser atendida en St. Rose, fue trasladada por aire a un hospital de Loma Linda, California, para recibir atención especializada y está mejorando lentamente, según Brent Johnson, un portavoz de la familia que organizó una recaudación de fondos en GoFundMe para compensar los gastos médicos.

Estableciendo una línea de base

Lipman declaró que el equipo médico de la mujer buscó urgentemente la orientación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la Food and Drug Administration (FDA) y Johnson & Johnson sobre cómo tratar a su joven paciente por una condición que nunca habían visto antes y que no había sido reportada en Estados Unidos. También querían que los reguladores emitieran una advertencia, tan persuadidos estaban de que la condición de Burkey era una reacción adversa a la vacuna.

“Nos preocupaba que fueran a abrir la vacuna a todo el mundo, y eso incluiría a muchos jóvenes que estarían en riesgo”, comentó el martes. Los casos iniciales que están siendo investigados por los CDC eran mujeres de entre 18 y 48 años, todas las cuales enfermaron en las dos semanas siguientes a recibir una dosis de la vacuna de J&J, o “Janssen”.

“No había directrices en Estados Unidos sobre lo que había que hacer” para la paciente, le comentó Lipman al Review-Journal, señalando que hablaba en su nombre y no en el del hospital. El equipo adoptó rápidamente los protocolos utilizados para tratar a pacientes que habían experimentado problemas de coagulación similares después de recibir la vacuna de AstraZeneca que se ha distribuido ampliamente en Europa y otras partes del mundo.

“Intentamos llamar a la FDA”, reveló sobre los primeros intentos de contactar con la agencia. “Básicamente me colgaron el teléfono. Intentamos llamar a Johnson and Johnson, o a Janssen, que fabricó la vacuna. Pero básicamente no recibimos ayuda de nadie”.

“Investigaremos esto más a fondo para asegurarnos de que los médicos que llaman a la FDA para pedir ayuda reciban la ayuda que buscan”, escribió la portavoz de la FDA Stephanie Caccomo en un correo electrónico.

Lipman agregó que el equipo recibió respuesta de los CDC más de una semana después de que Burkey ingresara al hospital y el día antes de que los reguladores federales pidieran la pausa en el uso de la vacuna. Un comité asesor de los CDC podría lanzar una recomendación tan pronto como el viernes sobre el levantamiento de la suspensión.

¿Quién debe preocuparse?

Lipman espera que el comité recomiende que los jóvenes, especialmente las mujeres, no reciban la vacuna de J&J. A diferencia de otros países, Estados Unidos tiene otras vacunas para elegir, desarrolladas por Pfizer y Moderna, que no se han relacionado con la enfermedad de la coagulación.

“El análisis riesgo-beneficio es diferente aquí de lo que sería en otro país que no tiene acceso a otras vacunas”.

Lipman fue categórico al afirmar que no está contra de las vacunas (“anti-vaxxer”), y señaló que él y sus familiares se han vacunado. No quiere que sus comentarios se “tomen como una excusa para no vacunarse en absoluto”.

Al contrario, espera que “haya alguna respuesta por parte del gobierno en cuanto a quién debe recibir esta vacuna y quién no”, a la vez que hace que más médicos conozcan la enfermedad y cómo tratarla.

“Creo que eso es lo importante, porque puede haber otros casos por ahí que no han sido reportados”, mencionó.

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