77°F
weather icon Mostly Clear

Mucho trabajo por delante tras la compra del Huntridge Theater

Cuando los Beastie Boys tocaron en el Huntridge Theater en 2004, lo hicieron ante un público repleto y con las entradas agotadas.

J Dapper, que entonces tenía 26 años, estaba entre el público, asistiendo a uno de los muchos conciertos que vio en el histórico inmueble de Las Vegas. En la actualidad, el Huntridge está deteriorado y es un punto de encuentro habitual para los desamparados, y Dapper, su nuevo propietario, quiere devolverle la vida al teatro cerrado desde hace tiempo.

Dapper, fundador de la empresa inmobiliaria Dapper Companies, cerró el 31 de marzo la compra del teatro de la época de la Segunda Guerra Mundial por cuatro millones de dólares, en un acuerdo facilitado por las autoridades municipales. Su empresa declaró que pasará los próximos tres años renovando el lugar.

En un guiño a una canción de los Beastie Boys, Dapper compró el local a través de una sociedad de responsabilidad limitada llamada Brass Monkey, según consta en los registros de la propiedad.

https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=7TS2B203hcI

Comprar y revivir el Huntridge no es una tarea sencilla. La ciudad ayudó a despejar el camino para la venta después de intervenir en el litigio contra los antiguos propietarios, y el local, que necesita renovaciones por dentro y por fuera, está en los registros gubernamentales de lugares históricos, lo que limita la construcción que Dapper puede hacer.

Además, Dapper completó su compra más de un año después de la pandemia de coronavirus, que dejó a oscuras los locales de espectáculos en Las Vegas y en todo Estados Unidos.

“Una gran colina”

Dapper, de 43 años, es propietario de otros inmuebles comerciales cerca del Huntridge y ha dicho que durante la última década ha intentado comprar el local, situado en la esquina sureste de Charleston Boulevard y Maryland Parkway.

Cerrar la compra se sintió como pedalear por una gran colina, disfrutarla por un momento y saber que hay más por subir, mencionó.

“Estoy preparado para esa colina mucho más grande”, le dijo al Review-Journal durante una entrevista en el interior del teatro la semana pasada.

El Ayuntamiento de Las Vegas aprobó un plan en 2019 para ayudar a vender el Huntridge de sus antiguos propietarios, la familia Mizrachi, a Dapper, quien expresó que fue difícil “mantenerse firme” con el acuerdo después de la pandemia.

Sin embargo, se ha propuesto revivir un edificio que interesa a muchos lugareños y que le apasiona desde hace mucho tiempo, señaló.

Dapper calcula que costará unos 10 millones de dólares renovar el edificio del teatro y entre cinco y ocho millones de dólares arreglar el local comercial adyacente. Si pensara que gastaría más en arreglar el Huntridge de lo que valdría algún día, no lo habría comprado, comentó.

“No estoy haciendo esto para perder dinero”, aseveró Dapper.

De las bandas a la ruina

Construido en 1944, el Huntridge proyectó películas durante décadas y fue un lugar de conciertos de primer orden en los años 90. La familia Mizrachi lo adquirió en 2002 y lo cerró para renovarlo en 2004, pero en medio de la escalada de los costes de construcción, el propietario Eli Mizrachi dijo al año siguiente que él y el edificio estaban en el “limbo”.

Desde entonces, se han realizado múltiples esfuerzos para revivir el local. En 2007, por ejemplo, un proyecto de ley en la Asamblea de Nevada propuso gastar 8.5 millones de dólares para comprar y restaurar el Huntridge como un centro cultural y de artes escénicas, y en 2013, tres empresarios del centro de la ciudad se unieron para tratar de comprar y renovar el teatro.

El ex abogado de la ciudad de Las Vegas, Brad Jerbic, que trabajó para facilitar la venta a Dapper, agregó que está “extasiado” por el cierre del trato, y que es “desgarrador” ver cómo edificios antiguos como el Huntridge se deterioran o empeoran en Las Vegas.

Cada vez que veía una columna de humo en el centro de la ciudad, rezaba para que no fuera el letrero del Huntridge el que ardiera en llamas, reveló.

Jerbic añadió que la propiedad ha sido un punto de encuentro habitual para los desamparados; vio algunas agujas hipodérmicas en la fachada hace apenas tres o cuatro meses y también le preocupaba que la pandemia hiciera descarrilar la compra de Dapper.

“Nunca se echó para atrás”, señaló Jerbic.

LO ÚLTIMO