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Resurge ambición por la Luna

A 50 años de la llegada del hombre a la Luna, las ambiciones de la humanidad por su conquista ahora van más allá a partir de nuevas misiones tripuladas de Estados Unidos y Rusia, los planes de SpaceX de realizar viajes turísticos en 2024 o de China de convertirla en base para saltar a Marte.

El próximo 20 julio se cumplen 50 años de que el astronauta estadunidense Neil Armstrong, comandante de la misión Apolo 11, logró alunizar en el satélite de la Tierra y expresó la célebre frase: “Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”.

La histórica hazaña de Armstrong marcó el fin a la carrera espacial que por casi dos décadas libraron Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética por la conquista de la Luna, pero despertó el interés de otras naciones, como China, que el 3 de enero pasado logró enviar una nave no tripulada al lado obscuro del astro.

El alunizaje de la nave espacial china “Chang’e-4” representa el primer paso de una ambiciosa carrera espacial, que contempla el envío de una misión tripulada en los próximos años para establecer una base permanente, desde donde se planea despegar a Marte en 2030 y comenzar a colonizarla a mediados del presente siglo.

A estos planes se suman la Agencia Espacial Europea (ESA), que proyecta enviar un humano a la Luna en 2025 o 2026; los de Australia que se prepara para explotar minas en la Luna para obtener agua y otros recursos en menos de una década o los de empresas privadas como SpaceX, que busca convertirla en un destino turístico.

Sin embargo, los planes más sólidos siguen al frente de Estados Unidos y Rusia, países que proyectan enviar misiones tripuladas en 2024 y 2025, de manera respectiva, y convertir al satélite en una base permanente para futuras misiones, una vez que la Estación Espacial Internacional (EEI) deje de funcionar en seis años.

Para alcanzar su objetivo de regresar a la Luna, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, destinó en mayo pasado mil 600 millones de dólares más al presupuesto de 21 mil millones de dólares de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).

Los fondos serán destinados para impulsar el proyecto “National Space Exploration Campaign” (Campaña Nacional de Exploración del Espacio), que prevé misiones de exploración humana y robótica para expandir las fronteras de la experiencia humana en otros mundos y el cosmos.

La próxima misión espacial estadounidense, denominada Artemisa, en honor a la hermana gemela de Apolo en la mitología griega, tiene como objetivo establecer una base permanente en el polo sur del satélite natural con presencia humana permanente a más tardar en el año 2028.

Para este fin, la NASA desarrolla desde hace casi cinco años, en colaboración con la ESA, una nueva nave espacial “Orion” y el avanzado Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS), que apunta a enviar cargas pesadas de la Tierra al espacio, así como la construcción de la base Gateway, que orbitará la Luna.

De acuerdo con los planes de la NASA, revelados en septiembre pasado, la idea es convertir la superficie lunar en un sitio de prueba de tecnología y campo de entrenamiento crucial, donde los astronautas estadunidenses y europeos puedan prepararse para misiones posteriores y aprendan a sobrevivir en otros planetas.

Las aspiraciones a largo plazo de los estadunidenses son lanzar misiones tripuladas a Marte y convertirse en el primer país en descender en suelo marciano, aunque China también se esfuerza por lograr ese objetivo y concretarlo en 2030.

A diferencia de la NASA, la Agencia Espacial Federal de Rusia (Roscosmos) prevé realizar sus próximos viajes de exploración lunar hasta 2029 y regresar a sus cosmonautas al satélite natural un año después, para dar tiempo a la fabricación de su nueva nave “Federation”, así como un módulo de aterrizaje.

Dmitry Rogozin, jefe de Roscosmos, reveló a fines de mayo pasado que la nueva nave espacial será capaz de llevar a cabo misiones de hasta 30 días y podría permanecer en el espacio hasta un año, el doble de tiempo que la Soyuz, con lo que Federation podrían aterrizar con cosmonautas en la Luna en 2030.

En una entrevista con la agencia de noticias rusa Sputnik, Rogozin dijo que Rusia enfrenta una tarea mucho más grande que Estados Unidos en la década de 1970, ya que planea no solo aterrizar en el satélite natural de la Tierra sino también construir una base permanente hacia fines de la siguiente década.

Otro de las grandes ambiciones de la humanidad sobre la Luna es convertirla en un importante destino turístico en el futuro, por lo que empresas privadas como SpaceX de Elon Musk y Blue Origin de Jeff Bezos, dueño de la compañía de comercio en línea Amazon, desarrollan naves espaciales para hacer esto realidad.

De hecho, el primer viaje espacial turístico hacia la Luna está previsto para 2023 y lo realizará el multimillonario japonés Yusaku Maezawa, fundador de la compañía japonesa de venta de ropa en línea Zozo, quien pagará a SpaceX una suma no revelada para tener dicho privilegio.

Aunque, el viaje de Maezawa, que durará cuatro o cinco días, tendrá el mismo recorrido que hicieron los astronautas Frank Borman, James A. Lovell, William Anders del Apolo 8 (la segunda misión tripulada de Estados Unidos, en diciembre de 1969), pasará cerca del satélite natural, pero no alunizará.

A la carrera por la conquista de la Luna se han unido, India que lanzaría el 15 de julio su segunda misión no tripulada a la Luna, “Chandrayaan-2”, que explorará el polo sur de la superficie lunar.

También Israel que, aunque fracasó en abril pasado en su misión de convertirse en el cuarto país del mundo en posarse en suelo lunar, planea nuevos viajes.

Después de un viaje de ocho semanas, la sonda israelí “Beresheet” se estrelló el 11 de abril pasado, poco después de comenzar las maniobras de descenso al satélite natural de la Tierra, aparentemente por una falla en su motor principal y otros problemas en su sistema de comunicación.

A 50 años de que se transmitieron las imágenes del arribo del primer hombre a la Luna, el interés de la humanidad parece centrarse en las grandes riquezas naturales que posee, como el helio-3, un combustible para la fusión nuclear que podría resolver la demanda mundial energética, y transformar el satélite en una gran atracción turística.

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