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Rick Perry, el secretario de Energía que quiso cerrar ese departamento

Rick Perry, elegido como secretario de Energía de EEUU en el Gobierno de Donald Trump, tuvo que abandonar la carrera presidencial de 2012 por olvidar el nombre del Departamento que va a dirigir, cuyo cierre defendía entonces.

En un embarazoso episodio durante uno de los debates presidenciales de las elecciones primarias republicanas de hace cuatro años, Perry enumeró tres agencias federales que consideraba innecesarias en aquel entonces.

Pero se le olvidó la tercera, el Departamento de Energía, se quedó en blanco durante unos segundos que parecieron eternos y sólo fue capaz de decir “Oops”, expresión que en inglés denota la admisión de que se ha incurrido en un error, por lo general, leve.

Aquel lapsus supuso el fin de sus aspiraciones presidenciales en 2012, aunque lo volvería a intentar en este ciclo electoral, en el que fue una de las víctimas del llamado “fenómeno Trump”, si bien el magnate cuenta ahora con su antiguo adversario.

Así, el exgobernador de Texas sucederá en el cargo a Ernest Moniz, físico nuclear que desempeñó ese puesto durante el segundo mandato del demócrata Barack Obama, aunque Perry no tiene formación en esa materia.

Nacido hace 66 años en el seno de una familia de vaqueros en pleno Lejano Oeste americano, Perry llegó a la Gobernación de Texas en diciembre de 2000 sin pasar por las urnas, ya que su predecesor, George W. Bush, se mudó a Washington para guiar los rumbos del país.

Desde entonces, el líder republicano ganó las elecciones en tres ocasiones (2002, 2006 y 2010), relegó a los demócratas al ostracismo político en Texas y se convertió en el gobernador que más tiempo ha pasado en el cargo, más de 14 años.

No es su único récord: durante estos casi tres lustros, Perry demostró su mano dura al supervisar la ejecución de 279 presos, más que ningún otro gobernador en la historia de Estados Unidos y más que ningún otro estado desde que se restableció ese castigo en 1976.

Además, al dejar el cargo en enero de 2015, cuando Greg Abbott le sucedió, Perry abandonó el poder texano con un proceso judicial abierto en su contra, algo que no pasaba en Texas desde 1917.

Había sido acusado por un jurado popular de abuso de poder y coacción, tras haber amenazado a una fiscal demócrata que había sido sorprendida ebria al volante con retirar una partida económica para su oficina si no renunciaba al cargo.

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