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Si las escuelas del CCSD reabren después del cierre por COVID-19, ¿regresarán los estudiantes?

A medida que la Junta Escolar del Condado Clark se acerca a la decisión de reabrir las aulas, muchos padres están agonizando sobre si vale la pena enviar a sus hijos de vuelta a la instrucción presencial por sólo unos meses, mientras que las tasas de COVID-19 siguen siendo altas.

“Si la pandemia y las restricciones disminuyen, tal vez se puedan implementar algunas actividades sociales o tiempo de asistencia en persona para los maestros, pero creo que sólo tendremos que aprovechar este año virtual”, comentó la madre Dawn Allysa Hooker de Las Vegas al Review-Journal.

El consejo escolar tiene previsto considerar el jueves un plan de reapertura tentativo anunciado el mes pasado por el distrito escolar y el sindicato de maestros que permitiría un regreso escalonado a las clases presenciales, comenzando con los niños de preescolar hasta el tercer grado. No se especifica cuándo comenzará.

El superintendente del Distrito Escolar del Condado Clark (CCSD), Jesús Jara, declaró el mes pasado que si el plan se aprueba en la reunión, las primeras clases presenciales podrían reanudarse en febrero. Eso dejaría un poco más de tres meses como mucho antes de que el año escolar termine a finales de mayo.

Las entrevistas con más de media docena de padres con hijos inscritos en el distrito arrojaron diversas opiniones, y muchos indicaron que quieren que sus hijos vuelvan a las clases presenciales.

Pero otros mencionaron que preferirían terminar el año escolar con la enseñanza a distancia, mientras que otras familias indicaron que considerarían una decisión dividida: mantener en casa a un estudiante que está prosperando con la enseñanza a distancia y enviar de vuelta a la escuela a un niño que se esté quedando atrás.

Muchos factores en juego

La decisión está impulsada no sólo por el rendimiento académico, sino también por factores como la salud y la situación socio-emocional de los niños y los familiares, los horarios de trabajo de los padres y el grado de satisfacción con el régimen de enseñanza a distancia que el distrito escolar estableció desde marzo.

Hooker, que tiene gemelos de 14 años en la Southeast Career Technical Academy, mencionó que sus hijos son nuevos en el distrito escolar y que anteriormente asistieron a una escuela parroquial. La familia ha tenido una muy buena experiencia de aprendizaje a distancia, sugirió.

Hooker dice que sus hijos han establecido una rutina y estructura en los últimos meses, lo que la llevó a concluir que sería mejor continuar con el status quo hasta el final del año escolar.

“Sería una distracción y causaría más tiempo perdido”, opinó. “Con un poco de suerte, el otoño de 2021 traerá el regreso de la educación a tiempo completo, sin restricciones y en persona”.

Pero la madre de Logandale, Tina Haland, cuya familia se mudó a Moapa Valley en mayo, comentó que quiere ver el regreso a las clases presenciales a tiempo completo lo antes posible.

Tres de sus cinco hijos son estudiantes del distrito en primer, cuarto y sexto grado. Han estado asistiendo a la escuela bajo un modelo híbrido, con dos días a la semana de clases presenciales y tres días de aprendizaje a distancia. Las escuelas se encuentran entre siete campus rurales del CCSD que han estado operando con clases presenciales desde que comenzó el año escolar en agosto.

Dijo que su estudiante de sexto grado, que tiene síndrome de Down, ha tenido dificultades para sentarse durante largos periodos frente a una computadora durante el aprendizaje a distancia. Antes de la pandemia de COVID-19, “le iba muy bien en la escuela”, aseveró.

¿No estamos dejando que los niños regresen a la escuela?

Haland, que nació y se crió en Noruega, también comentó que estaba desconcertada por la decisión de mantener las escuelas cerradas en su mayoría, señalando que las escuelas en su país de origen reabrieron en abril después de estar cerradas durante un mes. En el área de Las Vegas, señaló, los bares y casinos están abiertos, “¿pero no estamos dejando que los niños regresen a la escuela?”

La residente de Henderson, Heather Dweck, tiene cinco hijos, incluyendo trillizos que van en quinto grado. Una de sus hijos de quinto grado pasa la mayor parte de su día escolar en un ambiente de educación especial.

“Definitivamente puedo decir que va a estar un poco más atrasada este año”, dijo Dweck.

Agregó que los otros dos también tienen problemas a veces.

“Esta es una forma totalmente diferente de aprender”, mencionó, y agregó que ambos son normalmente estudiantes de buenas calificaciones, pero que han estado recibiendo notas más bajas mientras aprendían a distancia. “Han tenido algunos momentos de pánico y crisis nerviosa”.

Aún así, Dweck comenta que no apoya la reapertura de las aulas a menos que haya protecciones adecuadas para los profesores, como las vacunas contra COVID-19 y la opción de quedarse en casa para aquellos con otros problemas de salud.

Cindy Reaves, cuya nieta de seis años está en su primer año en el distrito, relata que la niña de primer grado luchó desde el principio de este año escolar con los largos días de escuela y la frustración de no tener amigos cerca.

Esperando un híbrido

Kasia Caldwell, trabajadora social del CCSD y madre de cinco niños en edad escolar, mencionó que la familia inicialmente favoreció el aprendizaje a distancia debido a los riesgos de la exposición en el aula. Pero en la práctica, encontraron que cinco estudiantes y dos adultos que trabajaban desde casa ralentizaron su conexión a Internet.

“Como estudiantes de alto rendimiento, eso los aplasta”, señala. Sus hijos que obtenían buenas calificaciones en las clases avanzadas, comenzaron a bajar de promedio escolar en el último semestre.

Ahora, Caldwell indica que apoya un modelo híbrido, tanto para el apoyo académico como para la interacción social. Ella espera mitigar algunos de los riesgos obteniendo las vacunas contra COVID-19 para la familia cuando estén disponibles.

Pero añadió que su elección podría ser diferente si se pudiera mejorar la educación a distancia.

Mientras tanto, teme que la pandemia haya hecho invisibles las luchas de los estudiantes con los que trabaja, muchos de los cuales tienen IEPs o 504s. Las referencias a su práctica privada por parte de profesores con dificultades también han aumentado, añadió.

“No es bueno para ellos estar aislados”, explica. “El modelo híbrido les ayudaría académica y emocionalmente y les haría visibles de nuevo”.

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