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Sobreviviente del Holocausto habla sobre la historia de la ‘Lista de Schindler’ en Las Vegas

En una escena cerca del final de la “Lista de Schindler”, los empleados judíos se reúnen en una fábrica para escuchar un discurso de despedida del hombre que los salvó, Oskar Schindler.

Celina Karp Biniaz, de 87 años, estuvo en esa fábrica en mayo de 1945 cuando se pronunció el discurso y compartió su historia el domingo por la mañana en Las Vegas, en Temple Sinai, 9001 Hillpointe Road.

“Realmente tenía lágrimas en sus ojos, hablando de desear haber tenido más dinero, de haber podido salvar a más personas”, dijo Biniaz sobre Schindler, quien operaba una fábrica en la Checoslovaquia ocupada por la Alemania Nazi. Schindler había sobornado a funcionarios alemanes por la liberación de aproximadamente mil 200 judíos para trabajar en su fábrica.

Biniaz tenía 13 años cuando Alemania se rindió en 1945, y las personas en la fábrica de Schindler fueron liberadas. Poco después, Schindler huyó con su esposa. Antes de hacerlo, le dio a cada familia judía dos tiras de tela y cinco pares de tijeras, comentó Biniaz.

“Cambiamos cuatro de las tijeras de por vida en Cracovia (Polonia)”, dijo. “Guardé solo un par de tijeras”.

El domingo, Biniaz trajo consigo una taza de café roja de la que bebió su madre mientras estaba en un campo de concentración, junto con el par de tijeras de Schindler. Más de 50 personas en el Temple Sinai escucharon cómo Biniaz relataba su viaje, desde que vivía en un barrio polaco cuando era niña hasta la escuela primaria en los EE.UU.

Entre 1945 y 1947, su familia se mudó entre Checoslovaquia, Polonia y Alemania. Mientras estaba en Alemania, Biniaz aprendió inglés y alemán de una monja católica, a quien ella atribuye por haberle enseñado a dejar de lado su resentimiento.

“Ella realmente me ayudó a darme cuenta de que el odio es muy corrosivo y que tienes que trabajar para lograr avanzar en la vida”, aseguró Biniaz.

En 1947, Biniaz y sus padres viajaron en barco a través del Océano Atlántico. Cuando llegaron a Nueva York, se sorprendió por el estado prístino de los edificios, comentó.

“Huí de una Europa devastada, todo estaba en fragmentos, todo estaba roto, no había casas de pie”, relató Biniaz. “Y cuando terminas en Nueva York, Times Square, bellamente iluminada, con todos los programas en marcha, fue un rejuvenecimiento increíble para mí”.

Un tío de Iowa se reunió con la familia en Nueva York y los llevó a Des Moines, donde Biniaz se colocó en el grado 12. Ella no tuvo educación formal después del segundo grado, había cambiado las raciones de su familia (café, cigarrillos, jabón y chocolate) por tutorías.

Biniaz aceptó una beca para Grinnell College en Iowa y se convertiría en maestra de escuela.

“Cuando estaba enseñando en la escuela primaria, fue un asunto increíble y maravilloso para mí porque estaba reviviendo mi infancia con los niños que estaba guiando”, afirmó Biniaz.

Finalmente se casó y tuvo dos hijos, pero rara vez habló sobre su experiencia durante la Segunda Guerra Mundial hasta que la historia de Schindler fue popularizada en 1993 por la película ganadora del Premio de la Academia de Steven Spielberg.

Biniaz, quien vive en Camarillo, California, aseguró que la película le dio voz, antes de ser lanzada, la gente no podía entender por lo que había pasado.

“No había ningún punto de referencia, nadie entendería lo que era estar en un campo de concentración”, explicó Biniaz. “Ellos hacían preguntas como ‘¿Tenías frío?’ ‘¿Tenías hambre?’ Preguntas inapropiadas”.

Sus propios hijos no sabían la historia de su madre hasta que tenían 11 y 13 años. “Quería que tuvieran una infancia feliz”, destacó.

Rhonda Schwartz, de 60 años, se emocionó al sentarse en la cuarta fila el domingo por la mañana. El Holocausto y la Segunda Guerra Mundial fueron parte de su educación religiosa, añadió Schwartz, pero teme que a los jóvenes de hoy no se les enseñen las mismas historias en el aula.

“Cuando crecí, la historia era un libro de texto, y aprendimos fechas, lugares y algunos nombres aquí y allá”, argumentó Schwartz. “Solo puedes conocer verdaderamente la historia si la escuchas de las voce de quienes las vivieron”.

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