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¿Terremotos en Las Vegas? La respuesta está en Walker Lane

Un solo pino pudo haber salvado a campistas de California después del terremoto del 24 de junio en el Valle Owens, al impedir que una roca de 20 pies de diámetro se clavara profundamente en un campamento después de sumergirse a 700 pies por una montaña.

La roca pasó a través de un campamento vacío y aplastó al menos otro árbol en su camino hacia abajo, comentó Brian Olson, ingeniero geólogo del Servicio Geológico de California que documentó las consecuencias del terremoto en Twitter. Dijo que la roca parecía haber pasado entre otros dos campamentos antes de que se detuviera.

“Ocurrió en la tarde cuando la mayoría de la gente no estaba en el campamento”, indicó Olson. “Pero si alguien hubiera estado allí en ese momento, habría sido mortal”.

El terremoto matutino fue uno de los tres centrados cerca de la frontera entre California y Nevada que se sintieron en Las Vegas y otras partes del Estado de la Plata el año pasado. El terremoto de Monte Cristo de magnitud 6.5 del 15 de mayo a unos 35 kilómetros de Tonopah, se sintió tanto en Reno como en Las Vegas; un terremoto de magnitud 7.1 en Ridgecrest, California, sacudió Las Vegas en julio de 2019, al igual que una sacudida previa el día anterior.

El estallido de la actividad sísmica en un estado que muchos residentes creen erróneamente que es relativamente estable, geológicamente hablando, levantó cejas y preguntas cada vez que la tierra se movía. ¿De dónde vienen estos terremotos, se preguntaron muchos, y por qué ahora?

Walker Lane tiene una larga historia

La respuesta está en Walker Lane, una región de fallas sísmicas que abraza la frontera entre California y Nevada. Abarcando 620 millas desde el desierto de Mojave hasta el norte de California y cerca de 60 millas de ancho, la región es el hogar de cientos de fallas responsables de una gran cantidad de actividad sísmica en el suroeste.

Como un joven vecino menos conocido de la Falla de San Andrés, Walker Lane tiene una larga historia de provocar terremotos en Nevada, el tercer estado más activo sísmicamente del país después de California y Alaska. Las fallas de Walker Lane han sido los epicentros de grandes terremotos, incluyendo el de Ridgecrest del año pasado, una serie de graves terremotos en Nevada en 1954 que golpearon algunas áreas en múltiples ocasiones, y un terremoto en el Valle Owens de California en 1872. Este último, que se estima que tuvo una magnitud de 7.8, arrasó la ciudad de Lone Pine y mató a 27 personas.

El terremoto del 24 de junio que hizo tambalear a los edificios y salpicar las piscinas en Las Vegas también se localizó en el sistema de fallas del Valle Owens y se estimó en una magnitud de 5.8. También sacudió el reconstruido Lone Pine, al este de la Sierra Nevada, causando deslizamientos de rocas pero pocos daños.

Pero las cosas pudieron haber sido mucho peores si ese árbol bien colocado no hubiera detenido la roca desatada por el terremoto en el Camping Whitney Portal en el Bosque Nacional Inyo de California.

Los excursionistas que volvieron al campamento ese día probablemente encontraron sus coches cubiertos de una capa de polvo y vieron rocas recién llegadas en las cercanías, dijo Olson, que documentó las secuelas esa noche como parte de su trabajo para el Servicio Geológico de California, que incluye la determinación de la fuente, el impacto de los terremotos y la evaluación de los peligros sísmicos.

El epicentro del terremoto en el Valle Owens estaba a 160 millas del terremoto de Monte Cristo en mayo, pero los temblores no estuvieron relacionados, afirman expertos.

El oeste de América del Norte ha visto una serie de terremotos en el año 2020, cubriendo una amplia franja de territorio que va desde México hasta Idaho. Pero los sucesos no están relacionados y no hay evidencia de que la frecuencia de ellos esté aumentando, al menos en una escala de tiempo relevante para los humanos.

Rich Koehler, geólogo especializado en terremotos de la Oficina de Minas y Geología de la Universidad de Nevada en Reno, que estudia paleosismología o el estudio de los terremotos prehistóricos, dijo que el mero hecho de que los terremotos ocurran cerca unos de otros no significa que estén relacionados.

“Los temblores se distribuyen por toda Nevada, y ocurren todo el tiempo”, destacó Koehler, “así que un terremoto en particular a cientos de millas de distancia de un terremoto mayor no está necesariamente relacionado”.

Una excepción son las réplicas. Los terremotos pueden continuar durante meses o años en o cerca del epicentro de un terremoto, pero normalmente disminuyen en magnitud y frecuencia con el tiempo. Boise, Idaho, sigue experimentando réplicas de un terremoto de magnitud 6.5 el 31 de marzo, incluyendo un terremoto de magnitud 4.5 el 24 de junio.

Pronosticar las réplicas es un ejercicio de probabilidad, informa Koehler. Es imposible predecir cuándo ocurrirán los terremotos, incluyendo las réplicas. El Servicio Geológico de Estados Unidos publica un pronóstico de réplicas después de los grandes terremotos con la posibilidad de que ocurran otros temblores por su magnitud, pero no cuándo podrían ocurrir.

Un pronóstico actualizado el 30 de junio para el epicentro del terremoto de Monte Cristo predice una probabilidad de más del 99 por ciento de terremotos de magnitud tres o mayor en el próximo mes, con docenas de probabilidades de ocurrir cerca del epicentro. Los terremotos de magnitud cinco o más altos son menos probables, con dos o tres ocurrencias posibles; una réplica de magnitud seis o más alta es muy poco probable que ocurra.

Severiano del Castillo Galvan/Las Vegas Review-Journal

Sistema de fallas

Walker Lane adquirió brevemente cierta notoriedad en 2019 como objeto de una teoría que propone que en lugar de que el continente se divida a lo largo de la Falla de San Andrés en millones de años, la ruptura se producirá realmente a lo largo de Walker Lane. En este escenario, la mayor parte de California sería arrojada al Océano Pacífico, dejando a Reno como propiedad frente al océano.

El sistema de fallas de Walker Lane es unos 20 millones de años más joven que la Falla de San Andrés, pero esta última es típicamente mucho más activa. Esto se debe en parte al hecho de que la de San Andrés es esencialmente una sola falla mayor, mientras que la de Walker Lane es una zona de fallas más pequeñas. Con el tiempo, indican expertos, podría evolucionar en una sola falla similar a la de San Andrés, a medida que la falla más pequeña se fusiona en el curso de millones de años.

Los geólogos tienen una buena idea de dónde pueden ocurrir los terremotos porque conocen la geografía de las fallas en el Oeste, incluyendo Walker Lane, mencionó Koehler.

Las porciones de falla suelen tener intervalos de recurrencia predecibles basados en cuándo han ocurrido los terremotos en el pasado, pero los intervalos de recurrencia pueden variar de decenas a decenas de miles de años, por lo que predecir cuándo ocurrirá un terremoto en una escala de tiempo que sea relevante para los humanos es imposible, y mucho menos predecir que un terremoto ocurrirá en un día o año específico.

Las fallas en Walker Lane tienen intervalos de recurrencia de cientos a miles de años, notificó Koehler. Al promediar todas las fallas de Walker Lane, podemos esperar un gran terremoto de una magnitud superior a 6.0 en la zona una vez cada 20 o 30 años. A las líneas de falla no les importan los horarios o predicciones humanas, sin embargo; uno podría pasar 100 años sin un gran terremoto o desatar varios en un lapso de meses.

Temblor de 2019

El estudio de los terremotos es más que una simple búsqueda académica en la historia y la geología de la Tierra. Lo que sabemos sobre los terremotos es crucial para los proyectos de ingeniería e infraestructura. La ubicación de las fallas y la potencial severidad de los terremotos pueden impactar los planes de proyectos como tuberías, escuelas, hospitales, puentes y más.

El terremoto de Ridgecrest de 2019 (que en realidad fueron dos temblores el 4 y 5 de julio) es un caso de estudio en los peligros de no tener en cuenta las amenazas sísmicas. El temblor de magnitud 6.4 del 4 de julio ocurrió en una falla que no fue bien entendida, según Olson. El temblor sorprendió a los locales y a los geólogos, que no previeron un terremoto tan grande en la zona, mencionó. El segundo del 5 de julio tuvo una magnitud de 7.1.

La primera ruptura se cruzó con una autopista y dos tuberías que alimentaban de agua a la pequeña ciudad californiana de Trona. El terremoto quebró la autopista y rompió ambas tuberías, dejando a la ciudad sin agua.

Conocer el peligro sísmico pudo haber guiado la implementación de características más seguras en las tuberías, detalló Olson, como el uso de conexiones flexibles, la elevación de las tuberías o el uso de materiales de construcción más duraderos.

Las investigaciones sobre el terremoto de Ridgecrest aún están en curso, y los primeros hallazgos sugieren que las magnitudes sorprendentemente altas son el resultado de las rupturas de múltiples fallas más pequeñas en rápida sucesión y no sólo del movimiento de una sola falla más grande.

Los geólogos saben ahora que las fallas de Ridgecrest pueden desencadenar un gran terremoto y pueden tenerlo en cuenta a la hora de reconstruir e iniciar nuevos proyectos de infraestructura, apuntó Olson.

El trabajo de entender los terremotos y mapear nuevas fallas es un esfuerzo multidisciplinario, dijo. Desde paleogeólogos hasta geólogos ingenieros, desde ciudades hasta el gobierno federal, los científicos trabajan juntos para formar un cuadro completo de un sistema de fallas como Walker Lane.

Añadiendo más fallas al cuadro, concluyó, “realmente empezamos a ser capaces de entender mejor el peligro, y podemos empezar a entender cómo proteger mejor al público”.

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