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Un futuro incierto: Agua del Río Colorado en Nevada

Cuando representantes de siete estados occidentales se reunieron en Santa Fe, Nuevo México, para dividir el Río Colorado en 1922, Las Vegas era una parada de ferrocarril polvorienta con menos de 2 mil 500 residentes.

Nadie podría haber imaginado que esta comunidad aislada del desierto algún día se convertiría en un destino internacional con más de 2 millones de residentes y 40 millones de visitantes anuales.

Nadie pensó que Nevada nunca necesitaría más agua de la que finalmente obtendría de esas negociaciones tempranas del Río Colorado.

“Me parece un fracaso perdonable de la imaginación”, dijo el historiador Christian Harrison, quien obtuvo su doctorado de la UNLV. “Probablemente pensaron que aterrizarían a la gente en Marte antes de que tuviéramos tanta gente viviendo en este valle”.

Las concesiones que Nevada hizo en esas negociaciones en Nuevo México hace casi un siglo amenazan ahora con limitar el crecimiento futuro en la comunidad más grande del estado, donde el 90 por ciento del suministro de agua proviene de un río que se tambalea al borde de la escasez.

Nevada y los otros seis estados que dependen del río para obtener agua se enfrentan a una fecha límite federal del 19 de marzo para presentar planes para reducir voluntariamente su uso antes de una declaración de escasez sin precedentes que podría presentarse a fines de este año y traer recortes adicionales obligatorios para mantener al Lago Mead libre de secarse.

El agua fue una idea tan tardía en el Condado de Clark en la década de 1920 que los representantes de Nevada en las negociaciones aceptaron felizmente la parte más pequeña para el Colorado a cambio de lo que realmente buscaban: empleos en la construcción, ingresos fiscales y acceso a electricidad barata de los que se construirían pronto por la Presa Hoover.

inline-smallConstruction of Hoover Dam. (Library of Congress)
A founding father’s folly
Nevada has been stuck with a paltry, 300,000 acre-foot annual share of the Colorado River since 1928, when President Calvin Coolidge signed the Boulder Canyon Project Act authorizing construction of Hoover Dam. But where did that crucial, cursed number come from?
One of Las Vegas’ founding fathers claims to have puzzled it out back-of-a-napkin style, according to a document unearthed from UNLV special collections by historian Christian Harrison.
Charles Pember Squires was a newspaperman and early civic booster who followed the railroad to Las Vegas in 1905 and wound up appointed by the governor to represent Nevada on issues relating to the proposed dam on the Colorado River.
In his typewritten recollections preserved at UNLV, the man known to locals as “Pop” Squires said Nevada’s interests in the river were “very small” and “not hard to settle.” Someone asked him how much water the state would need from the Colorado, and he replied with “a quick calculation”: maybe 75,000 acres of good land in the Las Vegas Valley and “none elsewhere,” 4 acre-feet of water a year for each of those acres, “that would be say 300,000 acre-feet per annum.”
“Seemed all right,” Squires concluded. The rest is history.

“Nevada fue primero en ratificar el compacto Río Colorado, querían el poder y el sitio de la represa”, enunció Harrison.

Entonces, cuando la pequeña Nevada de ese entonces recibió su mínima porción de agua de río (300 mil acres-pies por año), en comparación con 2.8 millones para Arizona y 4.4 millones para California, los funcionarios estatales y líderes cívicos apenas hicieron caso.

Enlace al lago

¿Quién podría culparlos?

Cuando comenzó la construcción de la Presa Hoover en 1931, menos de 100 mil personas vivían en Nevada, y la mayoría de ellas estaban en la mitad norte del estado, mucho más allá del alcance del río. El Condado de Clark, con una población de 8 mil 500, fue el hogar de algunas minas, unas pocas operaciones agrícolas modestas y una industria de juego recientemente legal, pero nada que pareciera requerir una nueva fuente importante de agua o los medios para suministrarla.

“No hay nadie aquí”, comentó Harrison. “¿Quién en su sano juicio pagará por la infraestructura para canalizar el agua hacia el valle desde el lago Mead?”

Esa pregunta finalmente encontró su respuesta en el vertiginoso crecimiento que experimentó Las Vegas durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

La población del Condado de Clark se duplicó con creces entre 1940 y 1950, y luego se triplicó entre 1950 y 1960 a poco más de 127 mil. Se duplicaba o casi más cada década después de eso.

inline-reg(Severiano del Castillo Galvan/Las Vegas Review-Journal)

Según algunas estimaciones, el Valle de Las Vegas superó su suministro de agua subterránea local a fines de la década de 1940, pero la comunidad continuó perforando pozos y alimentando bombas durante décadas después de eso. Cuando la comunidad hundió su primer popote al Lago Mead en 1971, los manantiales de flujo libre que atraían a los primeros pobladores de Las Vegas se habían drenado y el suelo sobre el acuífero agotado del valle había comenzado a agrietarse y hundirse en algunos lugares.

La capacidad de extraer agua del lago Mead cambió todo, y rápidamente, en pocas décadas, Las Vegas pasó de no usar agua del Río Colorado a depender del río para el 90 por ciento de su suministro total.

Fue entonces cuando la locura de la asignación de 300 mil acres-pie del río finalmente comenzó a registrarse.

“Era muy tarde cuando nos dimos cuenta de que no íbamos a tener suficiente agua”, comentó Harrison.

La tarea de resolver ese problema recayó en una burócrata de carrera cuyo historial incluía una maestría en literatura alemana de la UNLV y un período como primera administradora de la corte de justicia del Condado de Clark.

Pat Mulroy heredó un desastre cuando asumió el cargo de gerente general del Distrito de Agua del Valle de Las Vegas en 1989.

inline-smallFormer General Manager of the Southern Nevada Water Authority Pat Mulroy in 1996. (Review-Journal file)

“Todo el valle se había vuelto dolorosamente consciente de que nos estábamos quedando sin agua bastante rápido”, advirtió Mulroy, ahora miembro de la Escuela de Derecho Boyd de la UNLV y Brookings Institution. “Teníamos muchos más compromisos que agua con los que satisfacer esos compromisos, y no había forma de hacerlos retroceder”.

Ella rápidamente supervisó dos movimientos cruciales, aunque controvertidos: una moratoria temporal sobre el agua para nuevos desarrollos y una solicitud masiva de derechos de agua subterránea no apropiados en el área rural de Nevada para llenar un ducto propuesto a Las Vegas que aún no se ha construido.

Mulroy también trabajó para poner fin a los años de “guerra abierta” entre los servicios de agua del valle, uniendo a las agencias bajo un solo paraguas para compartir y extender la asignación del río Colorado en Nevada.

Bajo un paraguas

La formación de la Autoridad de Agua del Sur de Nevada (SNWA) en 1991, con Mulroy a la cabeza, le dio a la comunidad una voz fuerte y unificada para negociar con otros usuarios del río y asumir colectivamente los principales desafíos de infraestructura que las empresas de servicios públicos habían tenido dificultades para enfrentar.

Pero el concepto más importante que surgió de la creación de la autoridad del agua es el “crédito de retorno y flujo”, un marcador de suma importancia emitido por los reguladores federales que permite a la comunidad extraer un galón extra de agua del río Colorado por cada galón. El agua residual se trata y regresa al Lago Mead.

inline-smallThe Nevada intake towers under construction at Hoover Dam. (Library of Congress)

El acuerdo permite que el Valle de Las Vegas recicle efectivamente casi cada gota de agua que ingresa al sistema de alcantarillado. Convierte el agua de cada descarga, ciclo de ducha, lavaplatos o lavado de ropa en un recurso renovable.

“Sabíamos que teníamos que traer agua adicional para tratar”, dijo Mulroy, quien se retiró del distrito y de la autoridad en 2014. “Hasta que se creó la SNWA, el gobierno federal no tenía a nadie quién contratar para que se responsabilizara por toda el agua y residuales en el sur de Nevada. Hasta que no tuviera la SNWA ningún contrato para créditos de retorno de flujo fue posible, ese fue todo el punto”.

Algunas otras ciudades en el río también utilizan créditos de retorno para expandir sus recursos hídricos, pero Las Vegas es único en devolver un porcentaje alto de su consumo a la fuente y reutilizarla.

Es difícil exagerar lo importante que es para el sur de Nevada, según el experto del río Colorado, John Fleck, director del Programa de Recursos Hídricos de la Universidad de Nuevo México en Albuquerque. Con la capacidad de reciclar completamente gran parte de su agua, Fleck declaró: “Las Vegas tiene control sobre su propio destino”.

El final del siglo XX también vio nuevos niveles de cooperación entre los siete estados del río, incluido un acuerdo histórico que le permitió a Nevada acumular agua en Arizona y nuevas pautas para dividir el agua excedentaria del río entre Nevada, Arizona y California.

Mulroy mencionó que el año 2000 terminó en un raro momento de optimismo para los administradores de agua occidentales, con el Lago Mead casi lleno y un nuevo acuerdo en la mano que garantizaba agua adicional para el sur de Nevada y otras comunidades de rápido crecimiento atendidas por el famoso río voluble.

La autoridad contaba con ese acuerdo, y el excedente de agua que se esperaba que proporcionara, para servir a la creciente sed de la comunidad durante al menos 15 años. La madre naturaleza tenía otras ideas.

“Esperábamos un futuro acuático exclusivamente del río Colorado”, afirmó Mulroy. “Poco sabíamos el día que la tinta se secara en ese documento, comenzaría la sequía”.