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“Un páramo médico”: Comunidad del este de Las Vegas se acerca a los 10 mil casos de COVID

Mientras el azote de COVID-19 se ha extendido por Nevada, una comunidad del este de Las Vegas ha experimentado lo peor.

Se han notificado casi 10 mil casos de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus en el código postal 89110, una zona que colinda aproximadamente con East Owens Avenue al norte, North Pecos Avenue al oeste, East Charleston Boulevard al sur y Los Feliz Street al este.

Los nueve mil 796 casos reportados hasta el viernes entre los residentes de la zona son dos mil 653 más que el número del segundo código postal más alto del Valle de Las Vegas, 89108 al noroeste del Valle de Las Vegas, que había reportado siete mil 143 casos.

El área cuenta con una población mayoritariamente hispana (casi un 54 por ciento) comparado con el 33 por ciento de la ciudad en general, según datos del U.S. Census Bureau para el año 2019. Esto ayuda a explicar por qué la enfermedad ha proliferado en el área, que abarca las preparatorias Eldorado y Desert Pines y la Sunrise Library, ya que los latinos han sido especialmente afectados por el virus.

El código postal 89110 también alberga a más de 70 mil residentes, lo que la convierte en una de las áreas más densamente pobladas del condado y tiene muchos residentes de clase trabajadora y familias multigeneracionales viviendo en un solo hogar, reveló el doctor Fermin Leguen, jefe de salud en funciones del Distrito de Salud del Sur de Nevada.

“Muchas de las ocupaciones de las personas en esa área las expone más al virus porque están trabajando en la industria de servicios o en trabajos donde están altamente expuestos”, señaló Leguen. “No tienen la oportunidad, como en otros códigos postales, de trabajar desde casa o trabajar en horas limitadas”.

“Un páramo médico”

Guy Girardin, presidente de Puentes, una organización sin fines de lucro que conecta a los latinos con servicios sociales y de salud, declaró que las barreras del idioma y la falta de acceso a la atención médica también han contribuido al aumento de casos en el área, parte de Sunrise Manor. El lugar de pruebas más cercano para residentes del 89110 está fuera del código postal, en Cashman Center, a 20 minutos en coche o a un viaje muy largo en autobús.

“Es un páramo médico”, comentó Girardin. “No puedes no tratar al 20 por ciento de la población y pensar que vas a terminar con la pandemia. Simplemente no se puede”.

Leguen agregó en agosto que llegar a los latinos después de que dan positivo es un desafío debido a la barrera del idioma. Desde entonces, el distrito contrató a 300 hispanohablantes más y está trabajando con la UNLV para ayudar a realizar el seguimiento de los contactos en la comunidad.

“Muchas personas no tienen tantas protecciones”, dijo Leguen. “No se les paga si no trabajan, así que es una decisión muy difícil para ellos. Pero tienen que reconocer que ellos mismos podrían enfermarse y transmitirlo”.

“Si tienen algún síntoma”, añadió, “por favor asuman que tienen COVID y no regresen a trabajar”.

La concejala de Las Vegas, Olivia Díaz, cuyo distrito incluye el código postal 89110, se unió a los funcionarios locales en una campaña llamada “Está en Tus Manos” para crear confianza con las comunidades locales y animar a los residentes a hacerse la prueba.

Construyendo confianza

“La campaña construye la confianza con la comunidad latina estableciendo presencia no sólo a través de medios tradicionales como la televisión, la radio y el correo directo, sino también sobre el terreno en supermercados, pequeños negocios, sindicatos, consulados locales, sitios de distribución de alimentos (y) grupos eclesiásticos”, escribió Díaz en una declaración.

Díaz añadió que ella y otros están trabajando especialmente duro para hacer correr la voz sobre la urgencia de ser vacunados.

“Muchas personas en estas comunidades dudan en vacunarse”, dijo Girardin. “Para trabajar en comunidades marginadas, no se intenta convencer a la gente de que se vacune a través de los medios sociales o de las vallas publicitarias, debes entrar en la comunidad, crear confianza y compenetración con ellos en persona”.

Puentes y sus socios Three Square y Mater Academy, una escuela pública charter K-12 cerca de la frontera occidental de 89110, organizan una feria mensual de recursos para proporcionar recursos médicos y alimentos a las familias del área.

Mater Academy también se esfuerza por concienciar a sus estudiantes sobre la enfermedad, ya sea que asistan en persona o tomen clases en línea. Los que asisten a la escuela limpian sus escritorios al final del día y caminan por los pasillos y salas con purificadores de aire que expulsan el vapor para matar los virus que circulan por el aire.

Aún así, la enfermera de la escuela Kenia Delatorre comenta que ve entre 15 y 25 estudiantes en una semana típica para las evaluaciones de COVID-19.

No tuvo que pensarlo mucho cuando le preguntaron si había visto a COVID-19 destrozar familias enteras.

Su compañera de trabajo Angie Leyva, madre de cuatro hijos que vive con su madre de 63 años, dijo que todos los miembros de su familia, excepto uno, contrajeron la enfermedad un mes antes de que comenzara el año escolar. Señaló que no tiene ni idea de cómo el virus llegó a su casa.

Delatorre agrega que ve muchas familias en circunstancias similares.

Rol de apoyo por parte de escuela

“Muchos en nuestra escuela necesitan comida para el almuerzo, y las familias están afectadas. Muchos de ellos han perdido sus trabajos, y bajo esas circunstancias la escuela se abre”, dijo Delatorre. “Es un ambiente diferente para ellos, y están abiertos a venir a la escuela en lugar de estar en casa y trabajar virtualmente, lo que lo hace tremendamente difícil para ellos”.

Molly García, de 60 años, una jubilada que vive en la zona, comenta que los nueve miembros de su hogar contrajeron COVID-19 en noviembre, dejando a toda la familia sin trabajo durante tres semanas. Sospecha que un miembro de la familia pudo haberse infectado durante un viaje de compras o en el trabajo.

“Fue difícil durante un tiempo. Apenas teníamos comida”, mencionó García la semana pasada. “Incluso cuando mi hijo se sintió enfermo, lo enviábamos al supermercado para que nos trajera comida. No había nadie más para hacerlo”.

La directora Renee Fairless declaró que combatir la desinformación y la desconfianza es clave si las autoridades van a detener la propagación. Comentó que la escuela recientemente tuvo un padre de tres estudiantes que luchaba por su vida mientras estaba en un respirador al mismo tiempo que otros padres se preguntaban por qué necesitaban usar un cubrebocas para visitar la escuela.

“Sabemos que es la tasa más alta del estado, así que la educación es una gran clave”, comentó Fairless. “Estas son las cosas que realmente funcionan. Usar una máscara no es falso. Es real”.

Girardin, el líder de la organización sin fines de lucro Puentes, comentó que la otra gran necesidad expuesta por la pandemia es la corrección de las desigualdades en la comunidad.

“Si hay algo bueno del COVID-19 es que ha revelado muchas grietas en nuestro sistema de salud y lo que está mal con lo que está pasando”, señaló. “Ahora, depende de todos mirar eso y decir, ‘OK, tenemos que arreglar esto de aquí en adelante’”.

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