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Un sacerdote tiene una larga historia de ayuda a los desamparados en el centro de Las Vegas

El reverendo Courtney Krier llega a la iglesia católica de San José en el centro de Las Vegas justo después del amanecer todos los lunes a viernes.

Krier, de 61 años, nativo de Ohio, supervisa un pequeño equipo de voluntarios mientras preparan el desayuno en la pequeña iglesia de North Ninth Street y East Ogden Avenue, preparándose para la llegada de más de 100 personas sin hogar. A las 8:30 a.m., una procesión en forma de tren de personas sin hogar se alinean alrededor de la esquina de la iglesia, esperando pacientemente una comida gratis y caliente que muchos aseguran es crucial para mantenerlos con vida.

“Esta es nuestra comunidad, y queremos asegurarnos de que todos sean atendidos lo más posible”, indicó Krier. “La comida es lo primero. Cuando la gente no tiene comida, se desesperan”.



Así ha sido para Krier en San José durante casi 26 años, y no ha sido fácil. Ha sido amenazado e incluso asaltado por la gente a la que intenta ayudar, ha trabajado implacablemente como defensor de los desamparados, pero muchas veces, dijo, su voz es ignorada. Y, trabajando a pocas puertas de los apartamentos del Motel Alpine, ha enfrentado el dolor y las consecuencias del peor incendio residencial en la historia de la ciudad que cobró la vida de seis personas.

“Necesita ser derribado porque solo traerá pesadillas”, sugirió Krier. “Yo conocía a esta gente, están aquí, en su mayoría, todos los días. Estamos cuidando de ellos y no merecían que les pasara eso”.

“Un poco de esperanza”

Stefen Szekeres, 31 años, es un desamparado que desayuna en St. Joseph’s regularmente. Mientras hacía cola recientemente fuera de la iglesia, Krier se acercó y saludó a los de la fila con un “¡Buenos días! Es un buen día”.

“Dios te bendiga”, respondió un hombre en voz baja.

“Hay algo que tienen aquí que no creo que nadie más pueda darte”, dijo Szekeres. “Algo de esperanza, algo de alivio de las calles y del estrés”.

Hawley Pourtau es originario de California, y también es un desamparado. Duerme en las calles en lo que él describe como sus “escondites”, y luego va a St. Joseph’s a desayunar. Dijo que a pesar de lo que muchos puedan pensar, Las Vegas es un lugar complicado para los desamparados. Agregó que pasaría hambre si no fuera por Krier y la iglesia.

“Es una buena sensación ir a la cama por la noche sabiendo que puedes levantarte a la mañana siguiente y saber que tienes un lugar a dónde ir”, reveló Pourtau. “Es un poco de esperanza, te da un pequeño empujón en tu día”.

Patrick Garrett Dinsmore, 51 años, es un desamparado de Las Vegas desde 1998. Dijo que regularmente duerme en un campo cerca de la autopista Boulder, viviendo mayormente de trabajos temporales y cupones de comida. A menudo va en el autobús público al centro de Las Vegas para comer en St. Joseph’s. Krier permite a Dinsmore usar la iglesia como su dirección de correo en las solicitudes de trabajo.

“Él ayuda a todo el mundo”, señaló Dinsmore.

Krier comenta que asegurar la comida para alimentar a los necesitados es una lucha constante, pero siempre parece darse.

“La comida, diría, siempre es un milagro para mí”, indicó el sacerdote.

Algunos alimentos vienen de 7-Eleven, y otros del banco de alimentos Three Square. Krier dice que la gente de la parroquia también cocina comida y la lleva a la iglesia.

Metas a largo plazo

Krier es un miembro activo de un grupo de defensa en el centro de Las Vegas llamado “God Squad”. El grupo está formado por residentes del centro de la ciudad, la mayoría de los cuales prefieren permanecer en el anonimato, que han intentado durante años trabajar con la ciudad de Las Vegas, la policía y otros para mejorar la calidad de vida en el corredor del centro de la ciudad en el Boulevard de Las Vegas.

El Alpine, mientras tanto, es un tema de preocupación regular para el God Squad. Los miembros del grupo se han quejado repetidamente de la propiedad en los correos electrónicos enviados a los funcionarios de la ciudad durante años.

Un miembro del Squad, Don Walford, documentó con una cámara cómo la puerta trasera del Alpine fue cerrada con llave poco antes del incendio mortal. El Alpine también pasó más de dos años sin una inspección de incendios, a pesar de una historia de inspecciones fallidas previas que se remontan a más de una década.

“Siempre ha sido un lugar donde parece que hay constantemente peleas y traficantes de drogas que acuden allí”, dijo Krier. “La gente está desatendida. Vienen aquí, les doy todo lo que puedo, y siempre son desplazados por un incendio en alguna habitación o una fuga de agua o cualquier otra cosa. Y están en su mayoría por su cuenta hasta que arreglan los problemas y los códigos se cumplen finalmente”.

Mencionó que el God Squad se quejaba regularmente a la ciudad y a la policía sobre el Alpine. Añadió que los residentes de la propiedad rutinariamente le expresaban sus preocupaciones también.

“Cuando ocurrió el incendio, la gente se quejaba”, recuerda Krier. “Decían que no había calefacción allí, por supuesto. Sabíamos que las puertas estaban cerradas, pero cuando pusimos las quejas y hablamos con la ciudad, pensamos que en realidad estaban abordando los problemas. Pero aparentemente estaba fuera de los límites de ellos, y por eso mi pregunta era: ¿Por qué estaba fuera de sus límites?”

Krier señaló que la tragedia del Alpine, en su opinión, es un símbolo de un problema social mayor: la falta de preocupación por los necesitados.

Él tiene metas más grandes cuando se trata de abordar el problema de los desamparados en Las Vegas. Él prevé que los líderes de la comunidad se unan para ofrecer un lugar seguro con comida, servicios sociales y oportunidades de trabajo. Citó la organización sin fines de lucro Opportunity Village, que proporciona empleo y formación profesional para los discapacitados intelectuales, como un ejemplo de este tipo de lugar.

“Productivo, hacer algo, eso es lo que se querría aquí”, detalló Krier. “Una comunidad para estas personas donde tendrán algo pero también algo productivo, donde tienen algún sentido de la dignidad”.

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