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Ahí viene Trump

El librito aconseja al gobierno mexicano no entrometerse en los asuntos políticos internos de Estados Unidos porque suele ser contraproducente, aunque la agresividad declarativa de Donald Trump ha llegado a límites groseros y, lo que es peor, podría pasar de las palabras a los hechos.

De acuerdo con las encuestas, el locuaz y racista multimillonario aventaja a sus rivales antes de empezar las asambleas partidistas, que arrancan el lunes, para nominar al candidato presidencial de los republicanos.

Si, como todo indica, Trump gana la nominación, sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca no son menores. Especialmente si logra llevar como aliado al texano Ted Cruz para la vicepresidencia.

La amenaza de que gane Trump no sólo es para sus demonios favoritos: México, China, Japón y los países musulmanes, sino para Occidente.

Estados Unidos estaría presidido por un demente que piensa que su nación es estafada por mexicanos, asiáticos y demás exponentes de la raza humana que comercian con ellos.

Su discurso es de corte hitleriano adaptado al Siglo XXI, y ya tuvimos la experiencia de qué hacen cuando llegan al poder esos iluminados que se piensan rehenes de seres inferiores.

Occidente dejaría de tener en Estados Unidos a un líder, y los referentes de libertades y derechos civiles cambiarían por completo.

De ganar, dice, va a expulsar a millones de mexicanos y asiáticos de Estados Unidos. Que se regresen a sus países. Están invadiendo su territorio.

No sé qué haría Trump ante un precandidato de origen apache, cherokee o navajo que le podría decir lo mismo.

Se trata de una locura, pero la tenemos con posibilidades de ganar.

Ante eso llama la atención la pasividad de las comunidades mexicoamericanas, y mexicanas a secas, en Estados Unidos.

Da la impresión de que no están organizadas, como sí lo están las minorías afroamericanas que son capaces de poner ciudades de cabeza cuando se comete una injusticia en su contra.

Las comunidades hispanas en Estados Unidos ¿van a esperar a que gane Trump y los empiece a deportar? ¿O tendrían que convertirse en un bloque movilizado para evitar el ascenso al poder de un racista confeso?

También ha dicho Trump que liquidará el Tratado de Libre Comercio con México, lo que significaría el colapso para la economía mexicana.

Pero también para la de Estados Unidos, pues de él dependen 25 millones de empleos directos e indirectos en la Unión Americana.

Un loco no conoce frenos. Y es el caso de Trump, convencido de su misión de devolver la grandeza a su país. Esa grandeza la tienen. Lo que hará será destruirla y dejar a Occidente a la deriva.

Ni el gobierno mexicano, ni el chino ni el japonés deben intervenir en la lucha política interna de Estados Unidos, pero sus comunidades que allá viven sí lo tienen que hacer.

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