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Aquí entre nos

“Yo considero que es una falta de respeto al magisterio asumir que cualquier estudiante universitario inteligente, proveniente de cualquier reglón académica, esté listo para fungir como un maestro después de tomar unas cuantas semanas de entrenamiento. El modelo de Teach for America (TFA), dijo la doctora Aída Walqui, es una afrenta a la profesión de educador. Para enseñar no basta con una actitud al estilo de los voluntarios del Cuerpo de Paz: voy a tal sitio, hago una obra de bien y me siento a gusto. El magisterio es un arte y una ciencia, no es una actividad que cualquiera puede ejercer, solo porque tiene deseos de ayudar a la comunidad.” ¿Qué es Teach for America? Es una organización dedicada a eliminar la injusticia social en la cual viven millones de estudiantes nacidos en la pobreza y quienes carecen de una educación de calidad y por eso, según TFA, se quedan atrapados dentro de un ciclo perpetúo de miseria. Con el fin de elevar la calidad de la educación, la entidad no lucrativa busca, entrena y cultiva individuos comprometidos con la igualdad y los ubica dentro de los salones de clases en las escuelas de los barrios pobres, que es donde existe una mayor necesidad de ayuda. A su vez, la Dr. Walqui, es la Directora de Desarrollo Profesional para Maestros de WestED y está considerada como una lumbrera en el área de enseñanza y formación de maestros especializados en instruir estudiantes cuya primera lengua no es el inglés. Su crítica, citada al principio de esta columna, fue expresada en una cima sobre alfabetización realizada el pasado martes en La Universidad Nevada Las Vegas (UNLV), la cual estuvo auspiciada por Nevada Succeeds. Su controversial punto de vista con respecto a Teach for America es compartido por otros educadores locales y nacionalmente. De hecho, en alguna ocasión escuché a una directora de escuela de nuestro distrito quejarse de “lo mucho que hay que invertir en desarrollarlos y entrenarlos (a los nuevos maestros de TFA) para que luego se vayan.” Pero como dicen en mi tierra: siempre hay que escuchar las dos campanas, y al otro lado de la controversia sobre este programa, nos encontramos con el planteamiento de que la pasión no se enseña, si no que se siente o no se siente. Y de ahí que, aunque los maestros de TFA son todos, o en su gran mayoría prácticamente inexperimentados, ellos están movidos por algo, una fuerza, una pasión hacia una causa y eso, aquí entre nos, no se aprende en un colegio de educación. ¿Cuántos egresados de los colegios de educación son personas sin verdadero amor por la enseñanza y pésimos maestros? No pocos. ¿Cuántos jóvenes egresados de TFA logran un día convertirse en buenos o excelentes educadores? Algunos. Cabe argüir, así mismo, que la ciencia del magisterio no es exacta, no es como las matemáticas: 2+2=4. Es una ciencia que aspira a convertir las mejores prácticas en modelos efectivos, pero mientras más se profundiza y se investiga sobre estas prácticas, más variadas y discutidas resultan. ¿Quién tiene la razón?… ¿Dónde está la verdad?…La respuesta, por ahora, es ya veremos.

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