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La reforma debe ir ya

El PRD pide imposibles para regresar al Pacto por México: postergar la reforma energética hasta febrero y que se haga la consulta nacional en 2015 para saber si queremos o no queremos abrir el rubro de la energía.

Sus miedos y sus conflictos con López Obrador y Morena, quiere que se los resuelva el Pacto por México. Es más valiosa la reforma energética que la suerte del PRD. Ya se ha discutido desde hace años la necesidad de abrir el sector energético a la inversión privada, como han hecho todos los países que tienen hidrocarburos en el subsuelo. La realidad está más que diagnosticada, y lo que nos conviene también. Pero ahora el PRD quiere que el país le ayude a vencer a AMLO en 2015, al costo de volver a posponer la reforma energética. No puede dársele esa concesión. El Pacto no es un fin en sí mismo. Ha sido un instrumento político útil para alcanzar consensos en temas que no había acuerdos desde hace casi dos décadas, sin embargo no puede mantenerse a cualquier costo.

Si el PRD no está preparado para enfrentar una reforma energética, porque tiene la sombra de AMLO tras de sí con una posición radical, es un asunto que tiene que resolver ese partido.

México no puede seguir esperando a que se den todas las condiciones para echar adelante una reforma como la que requiere la industria de los hidrocarburos.

Conocemos hasta la saciedad que los yacimientos “fáciles” han venido en declive y se precisa ir a aguas profundas para la explotación de crudo en el subsuelo marino, lo que es costoso y técnicamente difícil.

Que venga la inversión privada a compartir riesgos y utilidades en la extracción de crudo y gas para aprovechar mejor nuestra riqueza energética.

Sería una costosísima concesión dejar pasar este impulso reformador que hay en el país, para salvarle el prestigio al PRD ante la izquierda radical que representa AMLO.

Si hay un rehén de AMLO, que no sea el país.

Además, los dirigentes perredistas ya tomaron un camino que transita por la legalidad y la modernización del país. Toda opción tiene un costo. Nada es políticamente gratis, como lo quieren los dirigentes perredistas.

Es el momento para que enfrenten a la línea radical de la izquierda y se deslinden de tomas de tribunas en Congreso o cercos humanos ante las cámaras legislativas.

Ahora es cuando se va a probar la voluntad transformadora del perredismo, y la capacidad política de sus dirigentes para marcar la diferencia con la línea atrabiliaria y radical del lopezobradorismo.

Si no quiere enfrentar su encrucijada, es problema del PRD. Pero el PAN y el PRI no pueden estar sujetos a los constantes conflictos entre los grupos de la izquierda.

La reforma energética tiene que salir de los acuerdos entre el PRI y el PAN, y debe hacerse ahora, luego de un amplísimo periodo de análisis, discusión y diagnóstico.

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