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La retórica no solucionará la crisis fronteriza

WASHINGTON — Durante los dos años en que los demócratas controlaron la Oficina Oval, el Senado y la Cámara de Representantes, el presidente Barack Obama desperdició una gran oportunidad.

No logró presionar para que se votara por un “Dream Act”, que habría creado un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados que llegaron a Estados Unidos como menores de edad. Ese asunto se dejó para una votación en el Congreso resultó ser solo un gesto, ya que el Senado Demócrata no logró reunir los 60 votos necesarios. Estados Unidos nunca sabrá cómo pudo haber terminado si Obama hubiera puesto su apoyo en eso.

Desde entonces, el fracaso de Obama para presionar por esta promesa clave de su campaña de 2008, sigue siendo un objeto de desprecio entre los conservadores, quienes presumen que los demócratas prefirieron retrasar el trato del tema en las elecciones de 2012 y aumentar el resentimiento entre los votantes latinos.

Con el fracaso del presidente Donald Trump de presionar a los republicanos para que cambiaran la ley de inmigración cuando controlaban la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso en 2017 y 2018, Trump ahora se encuentra en el mismo rincón de la vergüenza.

Con un millón o más de inmigrantes indocumentados que esperan cruzar la frontera sur este año, el compromiso de Trump de construir su propio muro fronterizo no parece estar funcionando y no se ha centrado en medidas que realmente puedan mejorar el estado de inmigración en la nación.

Cuando Trump llegó al poder por primera vez, una gran caída en las detenciones en la frontera sur sugirió que su retórica de campaña contra los inmigrantes tuvo un efecto tan escalofriante que su prometido muro pudo haber sido ser superfluo, pero de repente, los números comenzaron a subir.

La ex-secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, argumentó recientemente una ley que impide que los funcionarios de inmigración retornen inmediatamente a menores de los llamados “países del Triángulo Norte” y una decisión judicial que limita el tiempo que el gobierno puede mantener a los menores, sirve como una laguna que “crea una frontera funcionalmente abierta”.

Es por eso que Mark Krikorian, del Centro de Estudios de Inmigración a favor del cumplimiento de la ley, siempre ha argumentado que cambiar la ley de inmigración y su aplicación, sería mucho más efectivo que construir un muro (pero tampoco se ha opuesto a gastar en su construcción).

La presión de Trump por el muro muestra que está trabajando por mantener viva su promesa de campaña en 2016, pero realmente no puede hacer mucho para desalentar a los migrantes económicos que, en última instancia, no calificarían para el asilo, pero creen que podrán ingresar a los Estados Unidos a través de un puerto de entrada.

Ese es el problema con el amado muro de Trump, puede resonar con su base, pero no provocará los cambios que la base desea.

Y es difícil lograr que los republicanos (muchos de los cuales no comparten la opinión de Trump sobre los inmigrantes indocumentados) debiliten la iniciativa con algo a lo que el público se opone y los políticos dudan que funcione.

Krikorian no cree que sea demasiado tarde para que Trump cambie su enfoque para cambiar la Ley de Re-autorización a Protección de Víctimas de manera que los funcionarios federales puedan enviar a los menores indocumentados que no califican para el asilo, a países no contiguos de la misma manera que pueden devolver a los menores de edad a Mexico y Canadá.

¿Podría tal medida sobrevivir a la Casa Demócrata? No ahora, pero eso podría cambiar si el flujo de migrantes a través de México continúa en niveles tan peligrosos.

“Políticamente es esencial que los republicanos dejen en claro que (la presidente de la Cámara) Nancy Pelosi y (la líder de la minoría del Senado) Chuck Schumer son la razón por la que tenemos este desastre fronterizo”, condenó Krikorian. “Están interpretando el papel de la canciller alemana, Angela Merkel, al invitar a un número ilimitado de personas a venir a los Estados Unidos”.

Krikorian cree que el Senado del Partido Republicano debe esforzarse por reformar la ley de inmigración para que no fomente el caos fronterizo.

No ayuda cuando Trump dice (como declaró el viernes por la mañana) que quiere “deshacerse de todo el sistema de asilos”. Fue otro acto de auto-sabotaje verbal que mostró a un ejecutivo preparado para prohibir no solo a los migrantes económicos sino a también los refugiados temen por sus vidas.

Las payasadas de la semana con las amenazas retractadas del presidente de cerrar la frontera con México, solo refuerzan el retrato de un ejecutivo que no se ha centrado en una meta: reducir la inmigración ilegal, tanto como en ganar.

Así que Trump se adjudicó la victoria recientemente porque México ha hecho un mejor trabajo al imponer su frontera sur bajo su amenaza. ¿Alguien cree que durará cuando el presidente mercurial quite su vista de la pelota?

Entiendo cómo la base de Trump aplaude la capacidad del presidente para volver loco a la izquierda con su retórica, pero no arreglará una crisis humanitaria.

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