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Pavimentan el camino a AMLO

La alianza López Obrador-PRD para el 2018 parece inevitable, luego de lo dicho por el líder de Morena en entrevista con Ciro Gómez Leyva.

Dijo exactamente lo que los perredistas han venido pidiendo: una alianza de las izquierdas, y alejamiento del PAN y gobierno.

En todas las declaraciones de los dirigentes y exdirigentes del PRD, han dicho que van a privilegiar las alianzas con la izquierda, y en caso de no darse buscarían otras alternativas, léase PAN.

Hasta la semana pasada López Obrador les había dado con la puerta en las narices, pero ya cambió de idea y dijo lo que los perredistas querían oír: sí, vamos juntos.

De ahora en adelante viene el regateo: alianza sí, pero sin condiciones. Cuántas posiciones van a tener los grupos, etcétera.

Esa candidatura única de la izquierda, con AMLO como abanderado presidencial, se ve muy posible. Podría irse concretando en los siguientes meses y a fin del próximo año estaría planchada.

De estar al borde de la muerte y vivir de las migajas del PAN, los perredistas se van a abrazar a la mano que les tendió AMLO porque con él llegarían a la Presidencia.

Con un simple comentario López Obrador abonó el camino para un conglomerado multipartidista que se antoja difícil de vencer, porque en una elección a tercios gana él.

No veo la manera en que PRI o PAN le ganen una elección presidencial a AMLO apoyado por Morena, Movimiento Ciudadano, PRD y PT.

De haber ido juntos, habrían ganado de calle Oaxaca y Veracruz, por ejemplo.

En el norte no tienen votación abundante, pero sí abrumadora mayoría en la Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Oaxaca y tal vez el Estado de México.

Por eso ahora los dirigentes de Acción Nacional, como Ricardo Anaya, deberían repensar si su principal enemigo es el PRI, porque posiblemente necesiten los votos de muchos priistas para intentar vencer a AMLO en 2018.

Y el impetuoso nuevo líder del PRI, Enrique Ochoa, debería mirar un poco más allá de las heridas de junio pasado, y dejar de atacar al PAN porque tal vez deba pedir sus votos si quieren derrotar a López Obrador dentro de poco menos de dos años.

Enfrentados, van a dejar ganar a AMLO.

López Obrador, por lo visto, aprendió de sus errores y ya sabe cómo no asustar.

No habla de economía –de propuestas, digo– ni de política exterior, tampoco de seguridad ni de certeza jurídica, que es donde están sus lados vulnerables porque es un chavista a la mexicana.

Oculta eso porque nadie lo obliga a pronunciarse en esos temas. Nadie lo hace enojar y provoca que salga el verdadero López Obrador: estatista, autoritario y antidemocrático.

Ya en su equipo de campaña tienen experiencia y lo mantienen hablando sólo de corrupción, un tema en el que la inmensa mayoría coincide como una prioridad nacional.

Tiene en su favor la enorme ventaja de que sus negativos se han desvanecido con el tiempo, porque ya se olvidó la manera clientelar, corrupta y dispendiosa en que gobernó el Distrito Federal.

Además, nadie se lo recuerda. Sólo quedaron las cosas buenas: programas sociales y segundos pisos que se pueden ver y usar todos los días.

Encima de la ceguera de sus opositores priistas y panistas que se confrontan entre sí, López Obrador le manda un salvavidas al PRD y pavimenta el camino de la unidad de la izquierda en 2018, lo que muy posiblemente y dadas las circunstancias actuales, significaría su triunfo.

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