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Todo fue una jugarreta

Lo que menos importaba era el caso del fiscal general de la nación, porque eso estaba resuelto. El pase automático no iba a proceder.

De por medio estaba incrementar las posibilidades de Ricardo Anaya para ser candidato presidencial del PAN (o del Frente) en detrimento de Margarita Zavala y Rafael Moreno Valle.

De eso se trataba el asunto. Por eso Anaya fue en contra de la iniciativa que él mismo votó y firmó.

Anaya armó un incendio que él se encargó de apagar.

Ernesto Cordero no cayó en la trampa: asumió la presidencia del Senado y se mantuvo firme en contra de ‘la minuta Anaya’ que daba pase automático al procurador actual para convertirse en fiscal general por nueve años.

La jugarreta era evidente, y con buenos aliados en los medios, más organizaciones civiles, Anaya la prendió en grande.

El PRI ya se había comprometido en el Senado a darle curso a la iniciativa presidencial para eliminar el llamado pase automático. Los panistas también y el PRD igual.

Pero se armó una confrontación de enormes proporciones desde la Cámara de Diputados cuando PAN-PRD y Morena se negaron a instalar el periodo de sesiones hasta que el Senado no rechazara la minuta que… ellos, los diputados, habían enviado.

De no haberse instalado la Cámara, se hubiera congelado el Paquete Económico que hoy debe presentar la Secretaría de Hacienda, pues no había ningún parlamentario que lo recibiera y diera curso al proceso legislativo.

Crisis constitucional habríamos tenido, y el dólar seguramente habría amanecido sobre 20 pesos.

Todo por la jugarreta de Anaya, en la que no importaba el fiscal sino ganar puntos sobre Margarita y Moreno Valle, pues el millón 400 mil spots que son del PAN pero ha usado para él, no le han sido suficientes para ponerse en la cima de los blanquiazules.

Esta jugarreta tal vez sí lo ponga en el primer lugar, porque ante la opinión pública, muy ayudado por un sector de la prensa y organizaciones no gubernamentales, es el que logró frenar a Raúl Cervantes como fiscal general.

Puros cuentos. Eso ya estaba arreglado con la anuencia pública de los priistas en el Senado de darle cauce a la iniciativa presidencial que frenaba la minuta de la Cámara de Diputados (votada por los panistas) que otorgaba el pase automático.

Tan estaba resuelto que ayer se logró un ‘acuerdo’, que consistió en que los diputados priistas elaboraran una iniciativa para echar abajo el pase automático… en los mismos términos en que está redactada la que mandó el presidente al Senado.

Claro, para que esa iniciativa se presente, se discuta y se vote, es preciso que se instale la Cámara, a lo que el PAN (con sus seguidores del PRD y Morena) aceptó.

Pregunta: ¿y por qué esa iniciativa no la presentó el PAN en diputados?

¿Por qué no presentaron una controversia constitucional ante la Corte, acerca de lo que ellos mismos habían aprobado?

Porque para hacer ambas cosas había que instalar los trabajos de la Cámara de Diputados y de lo que se trataba era de lo contrario.

Se trataba de tensar al país, ganar notoriedad, presentarse como el líder de las demandas contra el pase automático, y ver si así puede opacar a Margarita Zavala y frenar el ascenso de Moreno Valle que amenazaba con mandarlo al tercer lugar de las preferencias blanquiazules.

Así es que todo fue una jugarreta. El fiscal no importaba porque ya estaba resuelto.

La lucha era por posicionarse al interior del PAN, y muy probablemente lo logró.

Fue un garlito en el que Cordero, Gil Zuarth, Lozano, Vega Casillas y Lavalle no cayeron. Por eso la furia contra ellos y la amenaza de expulsión.

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