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Una costosa lección para los votantes

Mientras el presidente Trump aumentó el presupuesto militar de manera escalofriante (Obama no lo hizo), un virus que pudo atenuarse ha matado en Nueva York a setenta por ciento más personas de las que murieron en el ataque terrorista a las Torres Gemelas.

En los atentados de 2001 fallecieron tres mil 016 personas, y ayer por la tarde (jueves 9 de abril) la “gran manzana” contabilizaba alrededor de cinco mil defunciones por el COVID-19.

La estupidez humana está a la vista y acompaña a los cadáveres que no encuentran reposo porque ya no hay sitio en los cementerios.

En 2019 Trump aumentó al gasto militar en 4.9 por ciento más que en 2018, en términos reales. Puesto en cifras, la suma dedicada a armas ascendió a 649 mil millones de dólares, que equivale al 36 por ciento del gasto militar mundial. Y para este año el presupuesto militar tocó los 738 mil millones de dólares.

Chelsea Clinton, profesora de salud pública de la Universidad de Columbia, y Devi Sridhar, de la Universidad de Edimburgo, publicaron en marzo un artículo en el que señalan que Donald Trump planteó en su proyecto presupuestal para 2021 un recorte de tres mil millones de dólares a los fondos de respuesta y preparación global, disolvió la Unidad Sanitaria Global y quitó a Timothy Ziemer del Consejo Nacional de Seguridad, quien es un experto en seguridad sanitaria mundial.

Trump desmanteló la infraestructura creada por Obama para garantizar que los brotes (como el ébola o el zica) no se conviertan en pandemia.

La novelista estadounidense Hustvedt (premio Princesa de Asturias de Literatura), contagiada de coronavirus y recluida en Nueva York, escribió en El País que para reducir gastos de gobierno, Donald Trump, disolvió en 2018 el equipo encargado de respuesta a pandemias. También ha despedido a científicos y diplomáticos experimentados en el tema, y “se ha rodeado de aduladores incompetentes y serviles.

Expone, con azoro, que la sociedad estadounidense ha desarrollado tolerancia masiva a las bufonadas… y a la arrogancia machista”.

Cuando sonaban las voces de alarma de la Organización Mundial de la Salud, Trump inventó que el coronavirus se va a debilitar por el calor.

El resultado del desdén de Trump por la ciencia y disminuir los presupuestos de salud le han traído una mortandad sin precedentes en Nueva York, y tan sólo en las últimas dos semanas de marzo 10 millones de estadounidenses se fueron al desempleo (el seis por ciento de toda la fuerza laboral de ese país).

Es decir, en dos años Estados Unidos ha gastado billones de dólares en armamento que no ha usado y tendrá que reciclar con otro de más reciente generación. Y a la salud le recortó presupuesto justo en los flancos por donde entró y se expandió otro enemigo, el coronavirus, que le ha matado más gente que en cualquier hecho bélico en las últimas décadas.

Aquí en México el gobierno también se negó a reconocer la gravedad del Covid-19, que ya estaba en territorio nacional, y en un mitin en Guerrero el presidente dijo que “las pandemias no nos van a hacer nada”.

Estados Unidos y México son el mejor –y doliente– ejemplo de que el populismo es irracional en todo lo que toca. Gasta donde no debe hacerlo y ahorra en lo que es un crimen hacerlo.

Tal vez los ciudadanos, mexicanos y estadounidenses, aprendamos la lección a un elevadísimo costo y a la hora de votar decidamos, en lo sucesivo, entre candidatos sensatos e insensatos.

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